En la vida, todo es cuestión de oportunidades y confianza. Da igual si eres Fernando Alonso, Esteban Ocon o un simple trabajador que ha dedicado gran parte de sus esfuerzos a mejorar una empresa. El talento, llegados a un nivel como es la Fórmula 1 se presupone y dentro de esos, siempre los hay que tienen esa chispa que los hace únicos, los mismos que han llegado a renunciar a más dinero por un proyecto ganador.
En muchos casos, acomodarse podría ser una opción como llegó a hacer Valtteri Bottas en Mercedes, pero casualidades de la vida, el finlandés encontró la felicidad fuera de las escuadras de élite, en Alfa Romeo, un equipo en el que puede ser él mismo, tal y como demuestra en sus siempre divertidas redes sociales.
En el caso de Alonso y de su vuelta a los podios con el nuevo ave Fénix, Aston Martin, es una suma de ambición y por qué no, saber salir de la zona de confort para llegar al equipo correcto en el momento justo. Porque si algo es innegable es que después de una concatenación de errores en forma de fichajes por escuderías con más nombre que resultados en los últimos años, le tocaba acertar.
Durante todo el fin de semana e incluso durante las jornadas de test previas al inicio del campeonato se habló del “souffle” que estaban montando Alonso y los suyos. Un pastel que ha hecho que Aston Martin haya ganado cientos de millones en bolsa y que el siempre olvidadizo aficionado español vuelva a subirse al autobús del fan fatal, ese que era muy de Renault, culpó mucho a Hamilton en McLaren y que condenó al asturiano, tildándolo de acabado cuando su retorno a la F1 fue gris.
Y en esas, Alonso no perdió ni la sonrisa ni la confianza, por mucho que lo que tenía alrededor no ayudaba a recordar lo bueno y talentoso que es. Porque todo es una cuestión de autoconfianza que hace ver que por muy decepcionante que sea una situación durante un tiempo, siempre puede haber una solución para mejorar.
Por eso, el podio de Alonso en Baréin, el 99 de su carrera, es un mensaje no solo para los aficionados, también para todos aquellos que se han sentido mal en algún momento y piensan en cambiar de aires. Hay que creer.
