Opinión

LOPE, ENAMORADO

De Marta de Nevares dice Lope que tenía los ojos verdes ('verdes esmeraldas'), el fino danzar de la peonza, talle espigado, cabellera enrizada y un andar diminuto, punteado. Su danza, cuenta en la égloga Amarilis, con el aire se lleva tras sí los ojos y con los chapines pisa los deseos. En la comedia La viuda valenciana describe que tenía una boca llena de risa, 'manos blancas y gentileza de cuerpo'; que era además imaginativa, hábil en la música, ducha en sonetos y epístolas literarias; también en la pureza del hablar cortesano. De sus dones se encandiló Lope, a destemple y a contrapelo de su nuevo estado de sacerdote: una tardía historia de amor, platónica y juvenil, pero trágica en su final. Cincuenta y cinco años rondaba Lope cuando conoció a Marta en una fiesta; ésta apenas veintiséis. El escándalo cundió por la corte. Se documentó en textos literarios de enemigos (Góngora, Alarcón) y de amigos defensores. Empero, no fue éste el único amor de Lope al margen de la moral.


Marta era madrileña y se había educado en Alcalá de Henares. Lope encontró en Marta el renuevo de una gran vitalidad humana y creadora; ella tal vez el atractivo de vivir con una fulgurante personalidad, hombre afamado, poseedor de una gracia y un don inimitables. Después de una penosa enfermedad, Marta pierde la vista. A la ceguera siguieron ataques de locura, intensas depresiones, furia irreprimida, jirones de ropa deshecha y, ya vuelta la razón, la muerte en 1632. Marta tendría poco más de cuarenta años; Lope ya había entrado en los setenta.


El love-affair Lope-Marta, ya en la vejez, remite al juvenil con Elena Osorio y con Micaela de Luján; a esa gran furia de sentimientos que constantemente vareó la vida de Lope. Se expresa en una literatura que se mueve a fuerza de confesión amorosa y de testimonios autobiográficos. Refleja el precario equilibrio histórico y social de la época donde los extremos (cielo-infierno, gracia-pecado) se ajuntan y contradicen. Afirmó la apoteosis de su tiempo apuntando, como lo expresó Francisco de Quevedo, a su misma ruina. La Fama póstuma de Juan Pérez de Montalbán, compendio de excelentes panegíricos en donde se realza la figura de Lope, testifica la grandiosidad de su persona y los límites de su fama: un hombre lacerado por una vitalidad avasalladora, incontenible, y por un descontrol desbordado de ascetismo y purificación. Los gritos de la carne vencieron con frecuencia las ansias de su refreno.


Tal es el Lope que se presenta en la reciente película del mismo título (LOPE) dirigida por Adrucha Waddington, en guión de Jordi Gasull e Ignacio del Moral, rodada en buena parte en Marruecos. Representando el personaje Lope Alberto Ammánn, el film se centra en los primeros años del joven dramaturgo, envuelto en amores con Elena Osorio, en un principio correspondidos, pero alterados por la presencia de un rival más rico y prepotente (Perrenot). Las intransigencias del padre de Elena, un empresario de comedias que desconfiaba del joven y alocado poeta; la ruptura con ambos, y la nueva relación, a despecho, de Lope con Isabel de Urbina, dan al traste con la relación previa. Al desplante de Elena le siguen unos libelos infamantes que Lope escribe contra la familia del empresario de comedias: los Velázquez. Acusado Lope por difamación, calumnia y deshonra de la familia de Elena, le sigue un pleito y un juicio, que se cierra con sentencia y destierro de Lope fuera del reino de Castilla. A la huída de la Corte le sucede el regreso, y la nueva amada que huye con el impulsivo poeta, y en contra de la noble familia de la dama que acusa a Lope de raptor. Lo niega Isabel de Urbina, celebrada por Lope en romances y sonetos bajo la máscara del anagrama de Belisa.


Elena de Osorio fue la mujer que Lope nunca pudo tener y que gravita en toda su obra literaria hasta en su último testimonio, La Dorotea (1632), escrita tres años antes de su muerte. Nadie mejor que hizo del teatro un gran simulacro de la vida como representación. Rompió viejas fórmulas y fundó la llamada comedia nueva con piezas que persisten en el imaginario de la cultura de Occidente. Efusivo, amante, improvisador, violento, genial, poeta de repente, el film LOPE capta a un personaje envuelto en un fascinante triángulo de amor, con trazados heroicos y no menos románticos: la participación en la expedición al frente del marqués de Santa Cruz, enviada a las Islas Terceras (Azores), y el frustrado embarque en la Armada Invencible, que terminó en grave quebranto. El hermano de Lope, Juan, tomó parte en la calamitosa expedición de la que nunca volverá.


Lope es ese gran clásico nuevamente redivivo en el film que lleva su nombre. Siempre actual.

Te puede interesar