Opinión

De crisis nada

Me pregunto por qué los periodistas nos empeñamos en hablar de crisis, en referencia a la dimisión de Piqué como presidente del Partido Popular de Cataluña, cuando la realidad es que ha sido una solución liberadora para el partido y para él mismo. La crisis no se produce porque Piqué se vaya; la crisis estaba instalada en el PP desde que perdió sus señas de identidad en Cataluña. La salida de Piqué ha sido lo mejor que podía ocurrirle a los populares catalanes y que conste que siento afecto por el dimisionario. Josep Piqué fue un digno ministro de Industria; un brillante jefe de la diplomacia española y un eficaz portavoz del Gobierno de Aznar. Sin embargo no supo, quizás por complejos, liderar la estrategia política que más y mejor convenía al PP en Cataluña.

Los números cantan y las ultimas elecciones municipales en las que perdió 82.000 sufragios y 73 concejales, confirmaron la sangría de votos que los populares vienen sufriendo en Cataluña comicios tras comicios, tanto en generales como en autonómicas. Sólo salvaron los muebles Alberto Fernández Díaz en Barcelona y Javier García Albiol en Badalona; éste último duramente criticado por socialistas e independentistas por elaborar un vídeo sobre inseguridad ciudadana e inmigración en la citada localidad barcelonesa que a la vista de los resultados en las urnas contó con el favor de los votantes. Insisto, Piqué no ha abierto ninguna crisis en el PP con su dimisión sino que la ha cerrado.

El ex presidente popular aceptó hacerse la "foto de la viga" con Montilla, Mas, Carod y Saura, durante la última campaña de las autonómicas catalanas, antes que testimoniar con su ausencia el rechazo a la política de exclusión de sus adversarios contra el PP. Piqué prefrió darse el pico, si se me permite la expresión, con los firmantes del Pacto del Tinell que tendieron el cordón sanitario para aislar políticamente al PP, en vez de afearles su conducta no participando de la artificiosidad y componendas del institucional oasis catalán. Curiosamente quienes trataron de hacerle la vida imposible y le negaron hasta el agua son los mismo que ahora lamentan su salida y aprovechan el envite coyuntural para arremeter contra Rajoy por prescindir de un hombre moderado y apoyar al duro y "derechizado" Acebes.

El lamento y pesar de socialistas, independentistas y comunistas, por la salida de Piqué confirma que ha sido una buena noticia para el PP y mala para sus adversarios que ahora tendrán que lidiar, esperemos que así sea, con un partido cuyo objetivo prioritario debe ser la movilización de esos cientos de miles de abstencionistas catalanes que decidieron darle las espaldas a las urnas hartos de una clase política instalada y cada vez más alejada de sus problemas reales. Un PP sin disfraces y sin complejos que defienda la españolidad de Cataluña; que canalice el sentimiento de esa buena porción de catalanes que también se consideran españoles y que reclaman el derecho a expresarse en castellano o catalán sin miedo a sufrir represalias o sanciones. El candidato que sustituya a Piqué es lo de menos. Lo importante son los principios y la recuperación de una identidad perdida.

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