Opinión

Aquella de Buster Keaton: El Maquinista de la General

buster0
photo_camera Buster Keaton en El maquinista de La General

¿Y ahora, qué? ¿A qué santo elevaremos las plegarias del progreso? Hemos jugado el desarrollo a una sola carta y la baraja está ya sobre la mesa. ¿A quién echaremos la culpa si la realidad no casa con la expectativa? Quedan atrás quince años de obras y más de 4.000 millones de euros en cemento y hierro para engancharnos a la alta velocidad ferroviaria. El discurso oficial presentó desde hace años el silogismo de la riqueza ourensana: AVE igual a desarrollo. 

ESCUCHA LA OPINIÓN DE ANTONIO NESPEREIRA

En diciembre del 2007 el tren de alta velocidad llegó a Valladolid. Según comentaría años más tarde un asesor del colectivo empresarial de aquella provincia, “todos esperábamos un contingente de personas que se bajarían en la estación, la mayoría provinientes de Madrid. La estación estaba llena, efectivamente, pero también de gente que se marchaba”. De momento la gente habla del tren desde la perspectiva lúdica: dos horas y pico a Madrid para un relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor, que diría Ana Botella, y para casa que se nos hace tarde. 

Esto no va de darse un rule por la capi para molar en el Instagram. Tampoco de creer que está todo hecho porque llegará un feixe de turistas ávidos de pulpo y empanada. La ciudad que no ha hecho absolutamente nada por prepararse para la llegada del tren de alta velocidad, nada esperará, pero si elevamos algo más la mirada algo veremos.

El AVE derriba barreras físicas, achica las distancias, permeabiliza los territorios, permite un mestizaje comercial y cultural, modula las dificultades de relación incluso emocional… Pero también puede atraer o retener talento. En el tiempo que tarda un madrileño desde la sierra en su coche a currar al centro, te plantas en A Gudiña desde Atocha. Pero el tren no aportará mucho si la provincia no aprovecha su condición geoestratégica, que todo quisque que entre a Galicia en el tren tiene que pasar por aquí. 

Esfuerzo baldío si no nos concentramos en hacer bien algunas cosas: el sector agroalimentario, la economía verde, la sostenibilidad, la digitalización industrial, la capacidad tecnológica, ganar tamaño a las empresas… Y, sobre todo, captar o retener el talento. Venga en tren o por el metaverso. Porque solo para tren me quedo con la película El Maquinista de la General, con los dos amores de Buster Keaton: la locomotora y Annabelle, su amada. Al final triunfó la carne frente al hierro.  

Te puede interesar