Opinión

De responsabilidad y legitimidades

“No hay atajo sin trabajo” (refranero popular)

Si atendemos a las enseñanzas del refranero, la endiablada situación política del Concello de Ourense tiene un plus de complicación, derivado de que PP y PSOE, los dos únicos partidos que tienen en su mano la solución, tomaron en su momento “atajos” que ahora multiplican sus “trabajos”. 

La diferencia entre partidos que articulan ordenadamente el sistema y excrecencias políticas de aluvión, es que los primeros están obligados por los estándares democráticos que exige el artículo 6 de la Constitución, y tanto las organizaciones como sus líderes asumen con sus acciones y estrategias responsabilidades por las que grupos antisistema y telepredicadores no se sienten concernidos.

El PP tomó el “atajo” de montar, sin asomo de pudor, un gobierno de títeres que sostuvo hasta hace dos meses. Tienen razón quienes dicen que habiendo sido parte del “pacto letal” que llevó a Ourense al ridículo, el PP no puede ser parte de la solución. Tampoco hay que obviar que hasta hace dos meses “garantizaba” con sus siete votos la mayoría de la extraña pareja, de manera que el mantra de que su eventual entrada en un nuevo gobierno municipal es garantía de “estabilidad” no parece muy sólido teniendo en cuenta las garantías del PP en el pasado. Convencer de que las frivolidades se acabaron y de que vuelve a la responsabilidad, es el “trabajo” al que está obligado el PP por el “atajo” de hace un año.

Los “trabajos” pendientes del PSOE no tienen tanto que ver con responsabilidades políticas –más allá de su torpe gestión de plausibles acuerdos de gobierno tras las municipales– cuanto con “atajos” orgánicos, por otra parte fácilmente subsanables para que no estorben su razonable aspiración de dirigir el gobierno de la ciudad como fuerza más votada. Al no haber concurrido a las primarias ni haber sometido su designación por la dirección del partido al voto de la asamblea local, el candidato a la alcaldía parte con un déficit de legitimidad orgánica que incomoda su posición. No parece excesivo el “trabajo” para corregir aquel “atajo”. Bastaría con ajustarse a los Estatutos, de forma que la propuesta formal del Grupo Municipal, autorizada por los órganos de dirección correspondientes, fuera sometida a la votación preceptiva de la militancia. 

Me extiendo en estas cuestiones formales porque son justamente las expresiones pseudopolíticas, personalistas y carentes de toda norma, las que nos han conducido al desastre actual del Concello. Es importante también saber “quienes” y “como” pueden articular la solución. Parece lógico un gobierno del PSOE como lista más votada, con el candidato que elija el Grupo Municipal y ratifique la militancia. Pero dada la extraordinaria gravedad de la situación, pueden –y deben– contemplarse otros escenarios y fórmulas de gobierno, siempre, en todo caso, lideradas por el Partido Socialista. 

Con todo, antes y mucho más importante que “quien” y “como” es “para qué”. Después de semanas de juegos florales, tácticas y declaraciones más o menos insustanciales, va siendo hora que quienes aspiran a participar en el nuevo gobierno municipal, y singularmente el PSOE que debería dirigirlo, pongan sobre la mesa un programa de mínimos hasta 2023 con sus propuestas sobre algunas cuestiones urgentes: 

PXOM, una agenda social que añada actuaciones para la emergencia derivada del Covid, apoyo específico al comercio y la hostelería demolidos por la pandemia con ayudas fiscales, económicas y normativas de competencia municipal (no iluminadas ocurrencias matinales), restablecimiento del apoyo municipal a la cultura, ejecución de obras paradas, adjudicación de servicios municipales en precario, tal vez algún proyecto de economía verde, sostenibilidad y digitalización que puedan enganchar la ciudad al fondo europeo para la reconstrucción tras muchos años desenganchada de todo… Y restituir mínimos de orden y normalidad institucional.

El “para qué” debiera ser el fundamento de la moción de censura. Porque si alcanzan un acuerdo sólo sobre “quien”, “cómo” y “cuánto me toca”, es posible que descabalguen a Jácome de la Alcaldía, habrán alcanzado tal vez una apariencia de normalidad institucional, pero cuando se asomen al balcón del Concello el elefante de la gobernanza empantanada seguirá instalado en la Plaza Mayor.

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