Opinión

¡Aquí se juega!

Adika Peter-McNeilly trata de anotar en la zona del Estudiantes.
photo_camera Adika Peter-McNeilly trata de anotar en la zona del Estudiantes.

No era un rival más el que visitaba el Pazo. Ni siquiera fue una primera visita al uso. Y es que el Estudiantes no es como los demás: Aíto García Reneses, Arroyo, Ramos, Estrada, Sagi Vela… Jimenez, Herreros, Thompson, Pinone,  los Reyes o Jiménez... Y logros: semifinalista de la Euroliga, de la Korac, 3 veces campeón de la Copa del Rey o hasta 4 veces subcampeón de la Liga ACB. La Demencia, Magariños... Es todo lo que fue e intenta recuperar uno de los grandes del baloncesto español, teórico favorito ante cualquier rival en esta Liga, pero, ¡oh sorpresa! “Aquí se juega”. Y no porque lo diga Renault, el policía corrupto y cínico de Casablanca, si no porque el empeño, esfuerzo del COB así lo exigió.

El baloncesto, más que nunca, se ajustó al decálogo de principios básicos que en la previa había marcado el técnico ourensano, Felix Alonso: “Un baloncesto para el jugador, el entrenador y los fans”. Lo fue para ese MVP que nunca se pone nervioso, no pone cara de esfuerzo y jamás se le ve contrariado. Eso sí, ve el aro rival como el arco de nuestro puente romano para desesperación de sus rivales. Lo fue también para un técnico, Felix Alonso, que ganó la partida táctica a su homónimo y lo fue para un Pazo que pocas veces se le ha visto así en la LEB Oro.

Permítanme que empiece por el final, con los aficionados puestos en pie y los abrazos emocionados entre los jugadores del COB. Lo que chocaba frontalmente con los gestos de reconocimiento y resignación del Estudiantes. Pero esto tiene un origen de ser: una salida a tope ourensana, con ventaja en el electrónico que, inmerecidamente, pudo igualar Estudiantes, arbitraje mediante, a base de tiros libres y un “Curry” final de Turner que dejaba todo para la segunda parte. 

Lo sucedido en la segunda parte lo explicamos con el catálogo del creador del mito de los Boston, Red Auerbach, que en el período de descanso le preguntaba a sus jugadores: “¿Queréis ganar este partido? Pues dominad la pintura y sed duros en defensa”. Aquí fue donde surgió el guardián de los tableros, Romaro Gill, a quien, por fin, además, entendieron sus compañeros en ataque. Sus “chapas” y mates era un golpe más en el ánimo de los estudiantiles. Parafraseando al mismo Auerbach puede que el COB “no llegue a tener el máximo anotador de la Liga y que su éxito no este basado en las estadísticas individuales, pero sí llegó a aprender y a copiar la filosofía del propio Auerbach para quien tan solo una estadística era importante: que al final de partido la cifra del contador de puntos de su equipo fuera mayor que el de su oponente. Y para ello, el logro individual es siempre sustituido por el éxito del colectivo

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