Opinión

Las prisas de Mazón

Toda decisión política tiene su intrahistoria. A veces se producen como consecuencia de un complicado pacto interno y otras por motivos más prosaicos. No creo que en las prisas que ha tenido Carlos Mazón de llegar a un acuerdo con Vox para que el nuevo Gobierno eche a andar haya por detrás debates muy profundos o complejos. Tiendo a pensar, con el riesgo de equivocarme, que Mazón se ha querido quitar de encima una decisión que tarde o temprano se tenía que producir y respirar tranquilo.

Naturalmente está en su derecho de hacerlo pero aún así no deja de ser sorprendente las prisas que ha tenido para pactar con Vox que, sin duda, se ha venido arriba con menos esfuerzo de lo que ellos mismos pensaban.

No pongo en cuestión que quienes votaron al PP no tuvieran en cuenta que su socio iba a ser el partido de Abascal, pero lo que sí cuestiono es que satisfaga que las cosas se hayan hecho como se han hecho. No eran necesarias tantas prisas. Una técnica de negociación es poner nervioso al contrario pero Mazón ha permitido que a Vox no le dé tiempo ni a parpadear y ahí está con una vicepresidencia y dos consejerías. Añadir que este pacto es tan legítimo como todos los que hemos visto a lo largo de la legislatura y a muchos no nos han gustado ni aquellos ni este.

Una vez concretado me parece que no es una exigencia menor que el gobierno de Valencia no de espectáculos como el que hemos visto en el Gobierno de la Nación. Esperemos que el presidente de la Generalitat valenciana no sea un presidente cautivo de su socio de manera que no pueda, siquiera, cesar a los consejeros de Vox si los acontecimientos así lo aconsejarán. Lo menos que hay que pedir a Vox es que huya de estridencias, que sea leal al gobierno del que forma parte y que se ahorre muchas declaraciones y actitudes como, por ejemplo, ocurre en Castilla y León. En determinadas circunstancias es mejor perder el poder que mantenerse a cualquier precio.

Mazón ha abierto la veda. Una vez que Vox ha entrado en Valencia es seguro que va a pedir lo mismo en lugares como Extremadura o Baleares, pero habrá que decir que respetar a los votantes no significa necesariamente hacerse con cuotas de poder y Vox ha demostrado que quiere, por encima de cualquier cosa, poder. Este deseo no debe escandalizar. Todos lo quieren pero el PP y en su caso el PSOE se deben poner firmes con sus extremos. No siempre hay que dar todo lo que se pide.

No oculto que los gobiernos de coalición no me gustan. Los gobiernos monocolor no significan rodillo. La democracia es conversación, acuerdos y discrepancias civilizadas y corresponde a las mayorías impulsarlos. De momento se presenta casi imposible que PP o PSOE puedan gobernar en solitario, pero lo que no es imposible son las coaliciones con acuerdos cerrados en los que el jefe del ejecutivo tenga manos libres para imponer la disciplina necesaria y no se vea obligado a tragar sapos, a tener que callar ante las ocurrencias del socio correspondiente. De todo esto ya hemos tenido bastante a lo largo de la legislatura, se apuntan maneras en el gobierno de Mañueco y ya solo falta para completar el vodevil que en los gobiernos autonómicos ocurra lo mismo.

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