Opinión

Breves encuentros que dan para esto

Dos hombres realizan deporte en un camino de tierra.
photo_camera Dos hombres realizan deporte en un camino de tierra.

De fortuito encuentro con Jesus de Juana, jubilado doctor de historia Contemporánea en el Campus de esta ciudad, además de político, él de compra tempranera de pan y yo a ella; entretuvimos el breve ocio de unas palabras para incidir sobre algunas cosas  tan de pasada, que solo nos dió para comentar la desmesura de nombres que se han dado a lugares públicos, edificios sobre todo, también de la dimensión, como investigador de los años de terror franquista, del hoy catedrático Julio  Prada,  además de un somero repaso a su época docente que hace reflexionar, como a tantos, la cronología al retiro condena, precisamente cuando se hallan en el culmen del saber y la experiencia. Aún me atrevo a darle el consabido consejo de que el estudio, el escribir, la investigación que de tanto asiento, de él deben levantarse para dar un paseo, refrescar la mente, que  a veces  se atasca en la rutina de un prolongado reposo. Y esto a propósito, porque él me trae a colación mis montaraces excursiones

Me despido, o ambos a la vez, del historiador del que discípulo por algunos meses, para la compra de pan que también él porta, saludar a Sita en Punto Negro, y darle la tabarra a un ilustrado, mendigo ocasional, que entre los inspiradores de un reciente artículo, del que me pasmo que ni aun arrollado por la rutina devastadora de su estado, quizás porque, lector empedernido, frecuenta la biblioteca donde mata sus muchas horas muertas, y aun le da para escribir, aunque en mi interior me preguntase, ¿bajo qué techo?  Bueno, le queda el recurso de la Biblioteca. 

Como la llovizna por aquellos días pertinaz, más que la sequía que decían los voceros del franquismo, a cobijo de ella por mi paraguas, me doy de frente  con alguien que me conoce y yo trato de reconocer. El caso es que por la familiaridad con que me trata, yo a ella correspondo y me atrevo a preguntarle el nombre que él me da sin la reticencia de quien por ofendido de no saberlo. Julio Losada fue por muchos años empleado de esta casa, empezando, cuando muy joven en aquellos comienzos de los años 70 en los que José Luis Outeiriño se había embarcado en la gran aventura de la creación y lanzamiento del complejo de Manzaneda.  Julio hace un repaso de aquellos años y uno le devuelve la moneda de un traslado por sus tierras caldelás, por O Burgo,  Abeleda, O Castro, la capital, donde estanco su padre tenía y bodega a la que invitados cuando de Manzaneda regresaban su jefe o amigos. Se empeña Julio, que vive en O Couto pero frecuenta M. Macías, en que debemos guarecernos a cobijo de uno de los cuatro bares equidistantes en menos de una cincuentena de metros, pero uno teme, como en esas conversaciones de cocina que si se trasladasen al salón perderían vigor, y por ello continuamos de pie, él bajo paraguas, yo bajo el amparo de la lona de un bar.

Me entero que Ramón da Merca, Lolo y Rosiña han traspasado el mesón que habían cerrado por más cansancio que jubilación. Si el espíritu permanece este cambio no se notará y más, si Ramón sigue saludando de mesa en mesa a tanto comensal que huérfano dejaron, pero no me lo imagino porque me dijo que se metería de lleno en su colección de aperos galaicos y aun le veo capaz de resucitar aquella revista manuscrita casi, llamada Trato, que así en memoria de los tratantes y feriantes de A Merca. Los centenares de objetos que fue recopilando acá y allá dan para mucho entretenimiento en éste, aunque no de salud bien tratado, animoso Ramón.

A pedales por los circundantes montes o más por sus pistas y algún atajo, me encuentro con una inhabitual estampa: un ciclista de montaña y otro que lo fue y que después de un accidente del que impedido parcialmente de los inferiores miembros  F. F. Carrera.  Paco se viene desde As Lamas en su triciclo adaptado, comprado, luego de intensiva búsqueda, en Inglaterra, via on line, porque aquí no lo había, para seguir pedaleando gracias a la energía que le presta, a modo de asistencia al pedaleo, un motor eléctrico que puede llevarle a los altos do Castro y más allá donde As Maravillas referencia. Un caso de tesón como pocos el de este ciclista que era uno de los punteros en esta modalidad de bici de montaña o mountain bike, como se ha impuesto. Carrera si ahora no hace honor al nombre, casi por las velocidades a las que marcha por las pistas, tanto que uno se imagina a un muy diestro de piernas para concebir que aquella máquina ande tan ligera. Ya se ha convertido en habitual y uniformado ciclista por las pistas dos Castros. Un tesonero y ejemplar este chico al que nada arreda.

Una encopetada señora, de porte, como el calificativo indica, entra de compras en una frutería donde hablando incesantemente con su pinganillo, recoge unas frutas, las da para que las pesen y las paga sin mediar palabra con la frutera, la cual una vez fuera la clienta, me dice: “Estamos en la sociedad de la incomunicación”. Buena observación la de esta chica que desparrama palabras de amabilidad con todos sus clientes...menos con la persona que de tan comunicada a través de su móvil, apenas se da un respiro en las tiendas donde compra...ni aun callejeando. Seguirá incomunicada con el entorno por donde transita.

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