Opinión

Camino real y cenobio

Este peto de ánimas dúplice se encuentra en el camino real de Esgos-Rocas.
photo_camera Este peto de ánimas dúplice se encuentra en el camino real de Esgos-Rocas.

Entre Esgos y Rocas, una circular que te transporta por en medio de la fronda, donde al modo de esa selva que imaginamos virgen, no se filtran los solares rayos. Pavimentos de rocas que fueron perfectamente encajadas y que sufrieron por siglos el paso de las herradas ruedas de los carros de bueyes, vacas o mulas y más la erosión de las pluviales aguas que fueron desencajando las piedras donde ya el paso humano exige atención a dónde los pies pones, Viejos caminos llamados reales por su origen cuasi romano, medieval por donde transitaban carros y personas, animales de carga... y ejércitos de las hordas invasoras que siempre más fácil que hacerlo campo a traviesa.

Miomás es la primera población después de Esgos, y pegada, como una casilla, Calsomiro. Un trayecto hasta Rocas, el mosteiro medieval más antiguo de Galicia, de casi legua. Siempre se os interpone un riachuelo cuando tiempo de crecidas, que si no en ellas el tránsito fácil y de una atención cuando rodeados de muros a ambos lados vas ascendiendo hasta hallarte como de súbito con monumental peto de ánimas y luego por entre tallada roca donde increible pasaran carros, que las rodaduras indican que sí; roquedos que sirven para transitar sobre ellos hasta dar en la restaurada ala del cenobio, que la capilla tallada en la roca lo más vistoso y el campanario también asentado en ella donde se suben hasta los cojos con cierta temeridad no exenta de creerse protegidos de la divinidad pues de tan milagroso que no haya noticias de alguien allí desplomado por mas que jubilados sexagenarios lo hollen.

Te puedes encontrar con una vendedora de Cruz Roja que desde hace una década convence a cualquiera para colocar sus cupones porque la institución se lo merece y Carmiña se empeña.

Estamos en los umbrales del estío cuando el cuco ha dejado de cantar, el águila perezosa en la mañana no inicia sus círculo para ganar altura y avistar a sus presas, pero el arrendajo seguirá en cualquier época dando su estridentes chillidos siempre que inmisión se haga en su territorio alertando a las poblaciones animales de extrañas presencias, cuando antes raro no toparte con una serpiente y ahora más raro verla; parece como si menguase la presencia de ofidios que sí, sospechamos que por ser predadas por las rapaces voladoras, o la falta de presas; lo cierto es que antes raro no ver a alguna culebra común o de escalera aplastada en el asfalto (la última hace una semanas,atropellada por auto, en un vial cabe a As Pereiras en los predios de los Doniz, ferreteros de las tierras de Celanova), ahora imposible, y en mis frecuentes incursiones a pie o a pedal no se hallan reptiles. Uno dirá que más tranquilidad por esos sobresaltos que todo lo reptante produce en una cultura que no convive con ofidios al contrario de las orientales, pero siempre que se rompe en cierto modo la cadena, como se hizo con los agricultores que con pala, sacho cortaban a cualquier reptil, aparecerán las plagas de múridos ya sean ratones, topillos, topos, que éstos proliferan produciendo daños en huertas, y antaño cuando se regaba canalizando el agua que se colaba en los agujeros y nunca llegaba a la planta, jardines, aunque estos cavadores subterráneos oxigenan la tierra con su galerías.

Entre la fuente del santo y Esgos el camino discurre por en medio de la frondosidad, con lecho rocoso en los tramos que prestan amenidad al recorrido incluso cuando te desplomas desde la desvencijada aldea de Quinta do Monte a la zona deportiva por difíciles y pedregosos viales donde para no precipitarte debes poner toda la atención.

En la bajada se avista enfrente las que fueron canteras de Oteca, entre Lampazas y Regueiro donde, aun poco ha, veías desnudas los cortantes de la excavación que ahora vegetados, lo que demuestra que esta naturaleza nuestra reivindica toda agresión para recuperar, es un decir, lo suyo como cuando se abandona un tramo de carretera que tardará menos de un lustro en ser irreconocible. Natura suum recuperat. Y nosotros de más relax cuando asentados o de tránsito por ruas o caminos hacia ese Esgos que siempre nos trae a la memoria el restaurante Chisco que fue, la familia Murias, los Diéguez...

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