Opinión

Cholo, en la cima

El sábado, como sumo sacerdote de las gallegas cumbres, Cholo, presidente del Trevinca-Veiga, exaltará, desde la máxima cima, los valores de la montaña. Como una veintena de acompañantes iniciarán el treking  desde O Trisquel de Vilanova hasta la misma Pena Trevinca, 2.127 m. Cholo que conoce como nadie cualquier recoveco del hermosísimo macizo de las Trevincas será imprescindible en este discurso de reivindicación de los valores medioambientales y en su concepción cuasi mística de esta montaña, a cuyas faldas se cobija desde hace treintena de años.  Un vigués que deja las comodidades de la ciudadana urbe por los retiros y soledades de la aldea que merma cada año, como todo el rural. Si siguiese el poema horaciano en su Beatus Ille, renegaría de sus principios, de retorno al ciudadano bullicio como el usurero Alfio que, confesándose feliz en el campo, ansiaba volver a la Urbe para colocar sus dineros en los idus y recoger los intereses en las kalendas. El llamamiento de Cholo se basará en que para amar la montaña no basta conquistar aquella u otra cima si no en observarla, admirar su diversidad, y una imponencia que nos empequeñece.

Y otros sin tanto misticismo, pero pragmáticos hasta la médula, han fundado Móvete por Nogueira que me recuerda lo que Benito, de Esperanzo, al que conocemos por Benito Bento, quien decía que la vida es movimiento, una simpleza acaso para quien tan activo. Móvete por Nogueira es un grupo de cuatro entusiastas del concello de Nogueira de Ramuín que han creado esta asociación que con una cuota de 15 euros anuales ya sobrepasa la media centena de asociados, pero esto que podía ser común a cualquier asociación tiene una particularidad en este caso, cuando un día, tachados de enfermos (yo diría que muy sanos de cuerpo y espíritu) por el concejal de cultura del municipio, se echaron al monte a recuperar caminos, puentes, molinos en una ingente labor que dio como resultado que los más esplendorosos miradores hayan sido desbrozados por este cuarteto, motosierra en mano, desbrozadora, vehículo propio y que incluso se hayan inventado un sendero no inventariado desde la casi base del catamarán hasta el mirador do se halla o mellor banco da Ribeira Sacra, el más completo sobre el cañón del Sil. Cuando unas personas, que después de sus laborales obligaciones entretienen sus ocios con este agotador trabajo hay que alfombrar su paso, porque al gasto del cuerpo podría hallarse la incomprensión de sus locales representantes, que no han prestado el apoyo a una iniciativa que da como resultado que cuatro vecinos hayan puesto en valor, como ahora se dice, 70 km. de senderos, que es de una magnitud colosal cuando sabemos que una legión romana había de emplear meses y aun años en hacer tramos de aquellas calzadas en las que basaron su imperio. Estos cuatro han desbrozado, han redescubierto y, por consiguiente, han relanzado un municipio que ya  beneficia de modo más directo a la hostelería, que tampoco echó lo que se dice una mano. No sé si a la vista de tanta incomprensión no les ha dado por montar una plataforma vecinal para desbancar a los de siempre. Seguro que lo lograba esta asociación cultural sin ánimo de lucro, que no quiere inmiscuirse en los asuntos en la gobernación de su término. Lo tendrían muy fácil para desbancar a tanto enfermo que a otros traslada su mal. Lo que este equipo hace se llama altruismo y ya está reportando beneficios para su término. Esperanza Fernández, Alfonso Rodríguez, Antonio Campos y Chelo Durán son los artífices de esta sensacional recuperación del cultural patrimonio. Cualquier día podría declarar la Unesco patrimonio de la Humanidad a la zona colgándose las medallas sus locales representantes. Así suele pasar cuando los pájaros grises se adornan con ajenas plumas.

Y después de dar caña a locales munícipes, aunque sin ánimo de derrocarles, desoyendo la máxima de Maquiavelo: No ataques al poder si no tienes la seguridad de destruirlo, los ciclos son imperturbables y no dependen de los humanos como los que suceden con la llegada de las migrantes aves; ahora son las golondrinas, las más frecuentes del género de avión común que viene por acá para anidar y muy visibles en los días plomizos cuando a la caza de insectos a ras de suelo. En la crianza en esos nidos formados por paja barro bajo cualquier balconada, se van turnando macho y hembra para llevar en sus picos los insectos que pasarán a los de sus crías, en una incesante labor de caza al vuelo.

Ya no canta el cuco; en estos atardeceres junianos es el mirlo quien lo hace desde lo alto de una rama. Desplazan los ánsares reales o azulones a las palomas cuando localizan alimento, aunque la agilidad del colúmbido siempre le da la oportunidad de robar o compartir lo que pueda. Mientras, el frescor de los días pasados, infrecuente en este mes, del que se recuerdan pocos, a la espera de calores.

Gozan los colegiales de primaria en este mes de vespertinas vacaciones a la espera de las estivales tan prolongadas dando reposo a los abuelos transportadores y recogedores de tantos infantes. La política adquiere tantos matices que se disfrazada en pactos contra natura  que hace recordar aquello tan simple de que la política es el arte de lo posible, dejando estupefacto al ciudadano y conmovido al que recibe un cargo que puede abrumarle y le hace exclamar: ¡madre mía!, ante lo que encima se le viene; la política hace extraños compañeros de cama como vemos, que en este caso una cama o varias fueron el detonante de tanta personal descalificación. A la hora de justificar posiciones se acude a lo más peregrino. Nos hacen comulgar con piedras de molino pero seguiremos viendo estas piedras de molienda en desuso, pero ellos erre que erre en un ejercicio malabar tratando de ilusionar a quienes  de desilusión en desilusión; con todo, vemos que la cosa pública funciona malgré d´eux.

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