Opinión

Encontronazos a vuelapluma

Acuarela de Baldomero Moreiras
photo_camera Acuarela de Baldomero Moreiras, en su visión del Puente Nuevo para La Región.

Son los que va encontrando por el camino, cuando en un atardecer me interpela Guido Paz al que cuando vecino por a Valenzá llamábamos Pepe y por este nombre conocido, que de aprendiz de peluquero en la Sol del Posío pasaría a tener negocio propio en la mal llamada avenida, que de Pontevedra bien. Trabamos conversa de minutos con consorte y amigo y pronto parado para ver pasar un convoy de vagones de Sogama a la recogida de contenedores en Taboaela donde se llevan todo lo recogido por la provincia cada día. El paso del tren traccionado por dos locomotoras diésel se hace lento y tiempo para ver como esos más de doscientos metros de largo van desapareciendo en una curva. Minutos después pasa casi raudo un tren de mercancías de menos longitud. Cuán gustoso es ver pasar un tren que más nos fascinaba cuando de vapor iba rugiendo y en el apeadero inundando el andén de la niebla del vapor de agua emitido en sus frenadas, antes de largarse con un lastimero pitido.

La urbanización de la segunda fase de Berrocás ha respetado el tan vistoso bosque de pinos mansos o piñoneros, con sus majestuosas copas. Más arriba los gitanos asentados en colonias por encima de de la llamada Universidad Laboral, en A Cuña. El cinturón urbano de las ciudades pequeñas no suele mostrar la miseria agresiva de las ciudades grandes. Así que por estos lares poco más de asentamientos gitanos, el citado y el de Peliquín. Al paso por la llamada finca Santamaría, una enorme pradería que conatos tuvo de transformarse en altas edificaciones.

Nada salientable en la ciudad o al menos que uno perciba, pero con esa sensación de la gran oferta cultural donde aún sigue la exposición de La Caixa, El Ártico se Rompe, la de La Molinera sobre las visiones que los artistas tienen del Puente Nuevo, entre otras, la acuarela de Baldomero Moreiras, nuestro pintor, que en cuasi retiro mora en las tierras de Paderne, o la casi alegoría de la arquitecta diseñadora Alba Fernández, que tan bien interpreta los dominicales textos de Jaime Noguerol con sus ilustraciones; item la varía oferta de un Liceo que no despega a pesar del esfuerzo de sus dirigentes, una zona del Ourense antiguo que despega tímidamente con algún negocio, el centro  As Burgas, donde el origen de la ciudad de menos visitas de las esperadas, una concurrida piscina de termales aguas, incluso en el tórrido verano, un edificio de la Plaza de Abastos cuya remodelación a punto de arranque con un entorno de mas chabolas que puestos, que lo axfisiaron en su oriental parte, que, piensa uno cómo van hacer para desmontar tanta uralita, sabido que su  amianto es altamente cancerígenos. Tendrán que ir los desmontadores como astronautas para no resultar afectados. Paso por A Barronca, tras Alameda, que fue basurero de la ciudad donde vimos representada la escena final de  "A Esmorga", ahora terraplenada casi verticalmente y llena de aliantos, el árbol de los dioses, de Zeus o de Júpiter. Allí mismo- recordamos un chabolismo placero afortunadamente erradicado-la pasarela ha acortado el paso a la otra  orilla del Barbaña. 

Visito a Pepín que da sus clases de tenis para promisorias más chicas que chicos, a tal grado de disciplina han llegado ellas. Siempre anda el entrenador entregado con cada alumna y trasmitiendo eso de lo que solo los genios son capaces. De ahí que hayan sobresalido Marta Alastrué (de la que se recuerdan sus exitosas salidas por los campos de Europa y su partido con Arantxa Sánchez Vicario en Murcia, o con Gabriela Sabattini en Pontevedra, retirada Marta cuando más promisorio horizonte se le presentaba), Marta Otero, Belem Pérez de Juan, Valeria, Xiana …y ahora una Larita Amoeiro y otras promesas en ciernes; algunas de las citadas cursando estudios, becadas o semi becadas en universidades USA, mientras otras con sus licenciaturas han debido echar mano más de la raqueta que de sus carreras para dar clases y obtener unos ingresos  en los profesionalizados clubes australianos. Es que estas alumnas tienen el sello del maestro, además de aventajadas en sus estudios, a lo que la disciplina que da el deporte coadyuva. 

Dejo Salesianos donde de continuo me saludo con el padre Mariano,  a modo de supervisor hoy, quien por el estío se va a Alemania, aun no olvidadizo de sus clases de la filosofía, creo que más allá de la tomista o  agustiniana. Uno recuerda su paso por aquellas aulas cuando el primer edificio al que lamían las aguas del Miño en sus crecidas, recibiendo algunos palmetazos, al uso de los tiempos, y no digo que inmerecidos, porque andaba no pocas veces en las uvas, que se dice.

Te puede interesar