Opinión

Arte degenerado

Vivimos en la era de lo políticamente correcto, donde decir que te gusta el boxeo o algún otro deporte de contacto te convierte en un ser salvaje, posiblemente antidemócrata. Incluso fascista. La sociedad española está tan anestesiada que no soporta que dos atletas, meticulosamente preparados, en el libre derecho de su voluntad, luchen sobre un cuadrilátero ateniéndose a unas normas concretas y controles médicos regulares.

En cuanto aparece la sangre, los bienpensadores se asustan. Si se produce una muerte, enseguida claman por la abolición de este deporte. No sucede así por el fútbol. Tampoco por las carreras populares, que se cobran víctimas cada año.

El boxeo llegó a paralizar España en un tiempo no muy lejano. Hoy se asocia al franquismo, a la marginalidad, a la delincuencia. Parece el Arte Degenerado que tanto despreciaron los nazis. Sólo los toros han experimentado mayor retroceso en los medios de comunicación y en la opinión pública. Cierto es que personajes como Poli Díaz, Mike Tyson o Floyd Mayweather no aguantan el tipo ante caballeros del deporte como Nadal y Federer, pero el ring no tiene culpa de los actos de sus protagonistas, como la hierba poco tiene que ver con botarates como Diego Armando Maradona.

Pocos deportes, me atrevería a decir que ninguno, han suscitado tal atracción sobre poetas, intelectuales o cineastas. Seres de otro tiempo, claro, quienes encontraron la magia y el embrujo donde ahora muchos sólo ven violencia. Un profesor universitario me dijo en una ocasión que eso era una pelea de cazurros, que ganaba siempre el más bruto. Era evidente que no tenía ni idea de boxeo.

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