Opinión

Homo Œconomicus

De pequeños, los adultos de nuestra generación solíamos enumerar los pequeños coches metálicos, de fabricación española, que tenían los niños en todos los colores y modelos. En ese momento yo no era consciente, pero me dedicaba a contar y organizar, señal de una temprana inclinación por mi futuro oficio: la economía de las empresas.

El niño pequeño adquiere la noción de número en la interacción con los objetos, adquiere noción de espacio y de las dimensiones metido en una caja de cartón, por caprichoso que a veces nos parezca.

Es así como va dando forma a su comprensión de dimensión y de secuencia, de orden y cantidades. Es el mismo razonamiento aplicable a cómo el ser humano va captando conceptos a través de las palabras. Aprende a llamar las cosas por su nombre, a enlazarlas para construir ideas complejas, tratando de expresar sus opiniones y emociones.

Sumergidos en la locura del scroll infinito (que hasta los gatos realizan con soltura) se resienten estas nociones, ese contacto con la realidad. Esa que aprendemos en la interacción con los objetos y las personas.

Las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, las TIC, nos están cambiando. Para entenderlo, miremos hacia atrás los cambios que produjo la invención de la imprenta, o la revolución industrial, o más atrás, la rueda.

¿Somos conscientes de la magnitud de los cambios vertiginosos a los que nos enfrentamos con las automatizaciones? No es mi propósito hacer consideraciones éticas sobre si esto es positivo o negativo. Lo cierto es que los cambios llegan para quedarse. Más bien, para pasar muy rápido y ser rápidamente superados por otros.

Cuanto antes aceptemos esta realidad y los saltos cuánticos en nuestra manera de relacionarnos con el mundo, antes podremos adaptarnos y centrarnos en entender el qué y el cómo adoptar las nuevas formas del trabajo.

El contar y el contar rápido

¿Qué está ocurriendo con los procesos de inteligencia artificial, big data, business intelligence aplicados a todas las áreas del funcionamiento de la empresa? Que las operaciones se hacen a gran velocidad, con menos margen de error y de forma mecanizada y automatizada.

No obstante, una empresa rentable y bien explicada aún puede seguirse expresando con el texto que cabe en una servilleta; o en el transcurso en el que dos personas suben por un ascensor, el famoso elevator pitch. Quiero decir, por muy mecanizada que tengamos una empresa, lo cierto es que hay unas leyes que tienen que funcionar para que aporte beneficios.

La economía es un tejido intrincado de interacciones. Es básico que los empresarios reconozcan y respeten las reglas matemáticas y lógicas que gobiernan este sistema complejo. La economía, en su esencia, está arraigada en principios matemáticos y lógicos que no pueden ser eludidos ni ignorados sin consecuencias devastadoras.

Las TIC son el medio para acelerar y hacer más precisas las operaciones que se extienden a todo lo largo del proceso de producción o de generación de servicios. Pero no nos engañemos, para que cumplan su función el mecanismo de generación de riqueza tiene que ser real.

Esto implica entender las leyes de la oferta y la demanda, aplicar con cada vez mayor rigor las herramientas contables, a ser posible en tiempo real; también identificar los comportamientos de los rendimientos decrecientes sin perder el control de nuestros resultados.

Las TIC son el altavoz de todas las operaciones, pero el mecanismo económico es la base. En la gestión de una empresa son importantes las herramientas fundamentales de la inteligencia natural humana: empatía entre seres humanos, noción de número, el sentido de saber vender, saber comprar y gestionar los recursos financieros. Apoyarse en los datos, de eso se trata, para ver más lejos y mejor.

El homo Œconomicus tiene que estar alerta, intuir la oportunidad, administrar los recursos escasos, aprovechar los macro poderes que le otorgan las nuevas tecnologías.

Lo que no puede ocurrir es dejarnos absorber por el “efecto scroll”. Para adaptarnos, lo primero que hay que entender es que los humanos seguimos al mando.

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