Opinión

A la espera de dos mujeres

El secretario general del Partido Popular, Teodoro García Egea ha manifestado que la organización se encuentra a la espera de lo que decidan sobre su futuro político las dos mujeres que han acumulado mayor poder dentro del partido hasta la elección de Pablo Casado como nuevo presidente. Ambas se encuentran en expectativa de destino, una de ellas, la exsecretaria general, María Dolores de Cospedal, con capacidad de elegir; la otra, la exvicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, con sus posibilidades más reducidas, porque a pesar de los pronunciamientos sobre la necesidad de contar con todos los candidatos que se presentaron a las primarias, no se puede olvidar que antes del congreso extraordinario fue la ‘exvicetodo’ quien  tenía el favor de la militancia.

De Cospedal podría decidirse por encabezar la lista al Parlamento Europeo en las elecciones del próximo año, un puerto de llegada de relevancia para aquella a quien tantos votos de compromisarios debe Pablo Casado, lo que casaría bien con su anterior dedicación en un ministerio de Estado y en un asunto como el de la defensa que va a tener una importancia decisiva en los próximos años mientras la Casa Blanca tenga un inquilino tan errático.

La elección, sin embargo, no está exenta de polémica porque por su todavía cargo de presidenta del PP de Castilla-La Mancha sería la candidata natural en las elecciones autonómicas, las que ganó en votos en 2015 pero en las que no pudo repetir presidencia porque PSOE y Podemos lo impidieron. Uno de tantos de aquellos ‘pactos de perdedores’ que dejaron menguado el poder territorial del PP, como recuerda García Egea olvidando que ocupa su nuevo cargo por la misma razón. Si De Cospedal no se presenta por su comunidad autónoma los socialistas tendrán más fácil volver a presidir el gobierno de la Junta castellanonanchega, ante el desconcierto que reina por el momento en el PP sobre quien puede ser su candidato, con varios nombres en cartera.

El silencio de Sáenz de Santamaría da pábulo a que nuevamente se ligue su nombre a una "operación Madrid", como la que surgía cada cierto tiempo para tratar de minar su poder y sus expectativas, que aparentemente contaría con el visto bueno de Pablo Casado, después de que decidiera no sumarse al Comité Ejecutivo, y se lo impidiera al grueso de los miembros de su equipo después de que el nuevo presidente pasara el rodillo a la hora de formar su dirección. Casado ya ha advertido que no consentirá que en el PP surjan corrientes internas. Pero después de la falta de integración de los partidarios de Sáenz de Santamaría la candidatura de la exvicepresidenta a la Comunidad de Madrid o el Ayuntamiento de la capital, si gana las elecciones, sería concederle un altavoz que podría causar problemas al PP de la misma forma que Esperanza Aguirre le provocaba dolores de cabeza a Mariano Rajoy.            

Mientras ambas mujeres deciden su futuro –dos animales políticos con mucha carrera por delante- los dirigentes actuales del PP se asientan en sus cargos más a base de declaraciones que de propuestas, aunque algunas sean contradictorias, como en el caso del Aquarius, o precipitadas como las acusaciones de manipulación a RTVE –nada justificable la repetición del mal- cuando no ha dado tiempo a olvidar las suyas.

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