Opinión

Nadia Calviño crece en Europa

La elección de la vicepresidenta primera el Gobierno, Nadia Calviño, como presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI), supone que España aumenta su peso político en el conjunto de la Unión Europea al unirse su nombre al del ministro de Exteriores europeo, Josep Borrell y al de Luis de Guindos, actual vicepresidente del Banco Central Europeo. El Ejecutivo liderado por Pedro Sánchez ha logrado imponer a su candidata tras las negociaciones con el resto de países europeos hasta alcanzar los 18 votos necesarios y el 67% del accionariado del banco, frente a los candidatos de Dinamarca, Polonia, Suecia e Italia. Un éxito en el que se reconocen varias líneas de trabajo, la trayectoria de Calviño en las instituciones europeas, la gestión de la economía española, que pese a que siempre se podrán manejar datos sobre los desequilibrios que la sitúan al borde de la quiebra es la que más crece en el entorno europeo y que bajo su dirección, al frente del mandato de turno del Ecofin, está a punto de lograr de que se pacten las nuevas reglas fiscales europeas para los próximos años. La propia Calviño ha considerado que su nombramiento “confirma el aprecio, respeto y liderazgo de España” dentro de la Unión Europea. 

Cuando Pedro Sánchez diseñó su nuevo Gobierno tras la investidura y mantuvo en su cargo a Nadia Calviño ya se preparaba una minicrisis de gobierno si se concretaba su elección en la presidencia del BEI, de la que tomará posesión el próximo 1 de enero, lo que abre las especulaciones sobre quién la sustituirá en la mesa del Consejo de ministros. Los jefes socialistas del Ejecutivo nacional se han rodeado siempre de ministros de Economía de alta solvencia profesional, conocimiento del sistema financiero y de las negociaciones con Bruselas, y su nombramiento no suele causar estupor entre las filas del Ibex 35 porque se sitúan del lado de la ortodoxia y la prudencia y actúan como freno a los ministros con inclinaciones más sociales y dados al gasto público. En el caso de Calviño, además, ha logrado convencer a Los Veintisiete de que los programas de recuperación y las reformas estructurales acometidas hacían acreedor a nuestro país de los fondos Next Generation en una cuantía solo inferior a la de Italia. Si es posible que arregle el panorama europeo de las reglas fiscales también lo es que deje a quien la suceda la patata caliente de la reforma del subsidio del paro que la mantiene enfrentada a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, partidaria de aumentar la protección frente a la teoría de Calviño de que debe de servir para fomentar la reincorporación al mercado laboral.

El expresidente del Gobierno. José Luis Rodríguez Zapatero, recurrió para los asuntos económicos a Pedro Solbes, excomisario europeo, y Sánchez también buscó en la Unión Europea a Nadia Calviño, de tal forma que quien ocupe el Ministerio de Asuntos Económico es probable que llegue con el mismo bagaje político. Nada más conocerse su nuevo destino han comenzado a proliferar los nombres de quienes podrían reemplazarla, desde el descendido ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, a otros sherpas forjados en Europa, o expertos con responsabilidades económicas de gobiernos anteriores o en el seno del PSOE. Pero siempre ha de tenerse en cuenta que la decisión es exclusiva de Sánchez y que en estos casos se produce la misma situación que en los cónclaves vaticanos: “quien entra papa sale cardenal”.

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