Opinión

Reformas electorales interesadas

El último en sumarse a la idea de modificar la ley electoral para que gobierne la lista más votada o que haya una segunda vuelta para la elección de quien vaya a resultar encargado de gobernar una institución ha sido el presidente extremeño, José Antonio Monago, después de que apuntaran en esa dirección en los últimos días dos ‘lideresas’ de peso como Susana Díaz en Andalucía y Esperanza Aguirre en Madrid, que coinciden en el mismo planteamiento aunque hayan llegado a él por circunstancias bien distintas. Todas las modificaciones que se proponen van en el sentido de establecer un sistema mayoritario, propuesta avalada por ser el sistema que utilizan en países con democracias desarrolladas pero que no hacen sino fomentar el bipartidismo.

Monago ha ido más allá de la propuesta teórica de Díaz y Aguirre y ha situado la modificación de la ley electoral extremeña en el centro de sus propuestas para el 24-D, hasta el punto de que está dispuesto a convocar un referéndum legal para consultar a su ciudadanía una propuesta para que gobierne la lista más votada, reducir el número de diputados y rebajar al 3% el número de votos para acceder a la cámara legislativa. Pero esta es una de las múltiples propuesta de cambio que pueden introducirse, otros preferirían la introducción de las listas abiertas y desbloqueadas, otros mantener el listón en el 5% de los votos en función de sus expectativas…

Mariano Rajoy ya lanzó la idea de modificar la ley electoral, pero ya se vio que la propuesta tenía un interés partidista desmedido y las críticas que recibió por parte de la oposición fueron de tal calibre que la abandonó inmediatamente, y en todo caso una modificación de tal calibre es preciso plantearla al comienzo de una legislatura y no al final. No obstante, este asunto va a estar presente en muchos pactos tras las elecciones del 24-M, porque los partidos emergentes tratarán de blindar por la vía legal los avances que hayan podido conseguir, de tal forma que se puede acabar con diecisiete modelos electorales, y lo que se presenta como un síntoma de avance democrático acabe siendo una maniobra con visos de ‘vieja política’ para mantener situaciones de privilegio. Parece que es Lampedusa quien inspira estas reformas.

Con cuatro formaciones políticas que se mueven en una horquilla de porcentajes muy estrecha, la sorpresa puede saltar en cualquier momento, y si la decisión sobre la orientación de las reformas electorales va a estar en manos de los partido emergentes, desde luego estos no van a apostar –Podemos seguro que no- por sistemas mayoritarios, sino por otros más representativos, que permitan poner en práctica la cultura del pacto. Los últimos cambios en leyes electorales se han hecho con mayorías absolutas y no han sido no para aumentar la pluralidad sino para tratar de mantener el poder: Castilla-La Mancha en dos ocasiones.

Son quienes temen perder mucho de su poder político y territorial quienes hablan de ‘pactos de perdedores’ frente a los acuerdos de distinto tipo que pueden darse tras las elecciones y que no tienen por qué representar mayor inestabilidad. El propio José Antonio Monago, que ha gobernado “desde el centro’’ con el apoyo de IU durante toda la legislatura, ha sido un buen ejemplo de pacto contra natura que ha funcionado.

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