Opinión

Rivera, el mediador

Ni la encuesta del CIS publicada ayer con datos sobre intención de voto, ni Mariano Rajoy en su intervención pública ante sus parlamentarios en el Congreso, ni Albert Rivera que mantuvo el primer encuentro con Pedro Sánchez, ofrecen nuevas pistas acerca de un cambio en las circunstancias que permitan atisbar un rápido acuerdo sobre la formación de un gobierno estable fruto del compromiso de varias fuerzas políticas.

El barómetro del CIS finalizado apenas 20 días después del 20D ofrece una fotografía que muy posiblemente hayan cambiado un mes después dada la rapidez con que se suceden los hechos a partir de que el rey inicia su primera ronda de con encuentros con los representantes políticos. Pero aporta dos datos a tener en cuenta: que unas nuevas elecciones arrojarían unos resultados prácticamente igual de ingobernables sin que el PP logre tajada de la interinidad, y que los socialistas se verían sobrepasado por Podemos, toque de atención que sin duda hará que redoblen los esfuerzos por alcanzar un acuerdo con quien se preste a ello sin traspasar las líneas rojas fijadas a Pedro Sánchez por el Comité Federal.

Pero en un escenario en el que todo se mueve, con reuniones públicas y otras privadas, el líder del PP sigue sin dar pistas sobre lo que piensa hacer en los próximos días, qué iniciativas está dispuesto a poner en marcha, mientras Pedro Sánchez trata de lograr apoyos para su investidura. Lo único que se sabe es lo que va a hacer llegado el momento, votar no a un gobierno que pueda ser encabezado por Sánchez, bien sea con el apoyo de Podemos o Ciudadanos.

En la lógica del PP incluso abstenerse sería una traición a sus más de siete millones de votantes, pero no dejan de pedir a los socialistas que traicionen a los suyos en aras de un acuerdo sobre las cuestiones vertebrales del país, la unidad de España, la soberanía nacional, la igualdad de todos los españoles, la lucha contra el terrorismo yihadista, asuntos sobre los que, como acaba de resaltar el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, “no hay fisuras entre ninguno de estos tres partidos”. Distinto es el enfoque que se da a otras cuestiones centrales en la vida del país como los relativos a la recuperación económica y la lucha contra el paro, en los que cada uno tiene su modelo y son difícilmente asimilables. Mucho más cuando desde el PP se agita el fantasma del miedo.

El líder de ciudadanos se ha puesto como objetivo la encomiable labor de que PP y PSOE “dejen su guerra fría”, porque él también es partidario de un acuerdo a tres bandas. Sin embargo, en el PP no le perdonan que se haya puesto de lado del PSOE en estos momentos porque es a Pedro Sánchez a quien ha encargado el rey la formación de gobierno, y el partido de Rajoy no consiente que unos votantes que considera prestados a Ciudadanos puedan acabar dando su apoyo al PSOE.

El líder de Ciudadanos trata de prolongar su papel de mediador entre socialistas y populares, que se visualizará en las reuniones que mantendrá a ambas bandas, e insiste en mostrar su voluntad de trabajar sobre los puntos de acuerdo más que sobre las discrepancias, pero de donde no se apea es del veto a Podemos. Y ahí es donde sus votos, que no sirven para sumar, pueden ser determinantes a la hora de las abstenciones.

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