Opinión

El desprecio de Leguina a los ataques del sanchismo

Resulta sorprende a lo que están llegando diversos dirigentes y otras voces del PSOE en los ataques de que está siendo blanco el expresidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, por aceptar un puesto en la Cámara de Cuentas de la Comunidad, una institución a la que estuvo vinculado con reconocida eficacia. El partido de Sánchez dispone de una estructura de “avisadores” que son como una especie de difusores de los ataques coordinados que se expanden por las redes sociales cuando hay que atacar colegiadamente a alguna persona o a otro partido. Pero lo más escandaloso es que un partido que tiene en su cúpula a tantos sujetos sin oficio y que no han trabajado en nada en su vida ni tienen formación o título alguno, se despachen y ataquen a una persona como Leguina de quien en todos los sentidos se hallan a distancia sideral por aceptar un empleo técnico.

Leguina ya fue expulsado del PSOE, así que uno se pregunta qué importará a ellos dónde vaya el que fuera secretario general de la Federación Socialista Madrileña. Ahora es, en todo caso, un ciudadano particular. Leguina es doctor en Ciencias Económicas por la Complutense de Madrid y por la Universidad de la Sorbona. Experto en demografía ganó por oposición plaza de funcionario del Estado, como estadístico facultativo del Instituto Nacional de Estadística. Fue profesor de la Universidad Complutense y ostentó la representación de España en organismos internacionales, en concreto en la ONU, OCDE, y Consejo de Europa. Concejal del Ayuntamiento de Madrid en las municipales de abril de 1979, llevó los asuntos de Hacienda de la corporación presidida por Enrique Tierno Galván. En 1983 fue elegido presidente de la Comunidad de Madrid. Y ha sido diputado. Aparte de una nutrida obra literaria, fue un pronto opositor a la desviación del PSOE de Zapatero, y en el tiempo actual ha sido un severo crítico del “sanchismo”, y especialmente de que Sánchez que llegara a la presidencia del Gobierno, pese a que previamente dijera que por sus principios eso nunca ocurría, con el apoyo de grupos separatistas, nacionalistas y de extrema izquierda.

Fue expulsado del PSOE, tras ser expedientado junto a Nicolás Redondo, acusado de apoyar la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, en las últimas elecciones autonómicas y por su discurso crítico contra el presidente Pedro Sánchez ampliamente difundido, al que incluso dedicó un demoledor libro: “Pedro Sánchez, historia de una ambición”, donde retrata de modo descarnado al actual secretario general del PSOE y presidente de Gobierno, a quien no ahorra crítica por sus actos y por la deriva de lo que considera que ya no es lo que debería ser partido. Describe a Sánchez como una persona ambiciosa, sin límites morales y ajeno a los principios de un partido que, a su juicio, ha destruido, convirtiéndolo en un apéndice de sus ambiciones, del que ha desaparecido el debate interno y dejado sin funciones efectivas sus órganos federales. Uno de los mayores reproches es precisamente que Sánchez haya sido aupado en la presidencia del Gobierno gracias a los partidos contrarios a la Constitución, cuyo apoyo sigue siendo decisivo para seguir en la Moncloa.

El actual dirigente socialista madrileño Juan Lobato ha llegado a pedirle que “reflexione” antes de aceptar ese cargo, y Leguina le responde que “no sé qué tengo que reflexionar porque el Gobierno regional, que presidí, me ha ofrecido una vinculación y la he aceptado, creo que tengo derecho”. Y al coro de Sánchez, donde cantan tantos desocupados, les responde: “Sigo siendo un socialdemócrata de libro y me preocupa mi país y mi Comunidad, por eso siempre he querido formar parte del Gobierno regional y ahora tengo la oportunidad”. Y añade que los que han perdido el rumbo son los que apoyan a Sánchez y la trayectoria del PSOE desde que éste lo controla. Desde su fina ironía se ha reído de que se diga que España tiene el Gobierno más progresista de la historia. Y se pregunta: “¿Qué tiene de progresista el PNV? ¿Qué progresista es ese tío que se ha escapado a Waterloo?”.

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