Opinión

¿A quién votarán Pablo, Irene, Ione, Pam?

A Pablo Iglesias y a Unidas Podemos les ha derrotado la soberbia, la mala y sectaria gestión de la política y la reiterada pérdida de confianza y de votos por sus electores, pero “la liquidadora” es Yolanda Díaz, carne de su carne, designada a dedo por Pablo Iglesias, que ha cocinado la traición con aceite ardiendo, es decir echando de las listas a Irene Montero, a Pablo Echenique, a Lilith Verstrynge y a muchos más.

La verdad es que se lo han ganado a pulso y nadie llorará por los caídos. El todavía ministro de Universidades, Joan Subirats, otro de la anti casta, dijo no hace mucho que “Podemos trajo una nueva agenda y otra forma de hacer política”. Ya lo estamos viendo. Esto es como en los mejores tiempos del comunismo, doctrina en la que se han curtido los de Sumar y los de Podemos: te clavaban un puñal en mitad de un pasillo y mandaban a alguien que recogiera el cadáver o te mandan dos guardias para que te levanten del asiento, cuando estás sentado al lado del líder supremo, en plena reunión del Comité Central del partido. Esto último, hace solo unos meses, con televisión en directo y delante de todos, en la figura del ex máximo mandatario chino. Como Yolanda Díaz con Irene Montero, pero sin dar la cara.

Como dijo Gabriel Tortellá, cuando el inventor de Podemos abrazaba al presidente Sánchez como si no hubiera mañana: “No hay duda de que es más cómodo tener a Iglesias dentro escupiendo hacia afuera que tenerlo fuera escupiendo hacia adentro”. Pero Sánchez se dio cuenta de que el dueño de Podemos podía escupir a la vez hacia adentro y hacia afuera. Y traicionó a Iglesias, éste eligió a dedo a Díaz, traicionando sus principios, y ésta le ha traicionado a él y a los suyos. No es de extrañar. Pablo Iglesias, como Mary Santpere, piensa que “el mundo se divide en dos: yo y el resto del mundo”. De momento va ganando la selección “Resto del mundo”. Tal vez por poco tiempo.

No es de extrañar que, si Yolanda Díaz piensa en sobrevivir a la nefasta política de la que es corresponsable -“no es lícito socavar las instituciones de un modo ilegítimo si se quiere mantener la legitimidad del poder que se está ejerciendo”, como decía la profesora Ángeles Lario-, no puede arar con los mismos bueyes, dicho sea sin ánimo de ofender a nadie.

Hay expertos en el mundo de la izquierda que sostienen que la líder de Sumar “nada tiene que ver con el estilo antisistema y el sectarismo de los morados”. No diría yo tanto. La gran diferencia entre ella y Pablo Iglesias es que el excipiente que envuelve a la líder de Sumar, esa agrupación de intereses que busca salvarse de la quema, es, como el de los medicamentos, un truco para que nos traguemos la medicina pensando que es otra cosa. El populismo, y Yolanda Díaz lo ejerce como sus ex de Podemos, es uno de los principales enemigos de la democracia y un aval para la destrucción de las instituciones. Hay un fondo de verdad en el análisis, pero un error de fondo en la identificación de las causas, de los responsables -han criminalizado a jueces, empresarios, periodistas y, por supuesto, a los “otros” políticos y partidos- y en las terapias a aplicar.

“Concordia, fraternidad, acabar con la casta, nosotros no somos como ellos...” Ya. Un político que no respeta a los otros, ni siquiera a los suyos, tampoco respetará a los ciudadanos, incluso aunque lo oculte con sonrisas y actitudes políticamente correctas. ¿A quién van a votar Iglesias, Montero, Belarra, Echenique, Verstrynge o la inefable Pam el 23J? ¿A quien les ha retirado de las listas, les ha ninguneado, no ha querido dialogar con ellos y hasta les ha amenazado, como denuncian ellos mismos, o a Pedro Sánchez, que les ganó por la mano a una y a otros, que hace guiños a la sustituta, pero si pudiera llevarse sus votos, la machacaría? ¿Con quién van a hacer campaña? No lo tienen fácil. Con amigos así, no necesitan enemigos.

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