Opinión

Las reglas del juego

Byung-Chul Han recoge en su libro “La sociedad de la transparencia” una frase de Peter Handke que considero oportuna, porque expresa con gran nitidez los intentos que hace el ser humano para preservar su intimidad, ante la presión de una sociedad que pretende conocer absolutamente todo lo relacionado con cada individuo; la frase de Handke es: “Vivo de aquello que los otros no saben de mí”. 

En la medida que avanza la explotación del neoliberalismo salvaje, asistimos a un juego donde las reglas las dicta siempre el vencedor, sin importarle romperlas cuando estas no respaldan sus juicios y decisiones. Cada vez se establecen más controles sobre las poblaciones para evitar que los ciudadanos reclamen un reparto más justo de los recursos del planeta. El sistema capitalista, carente de ética y con una moral lasa, potencia aquellas fuerzas políticas que se adaptan con mayor disciplina a las reglas del mercado; por ello no es extraño que se produzca el auge de los movimientos ultraconservadores, incluso neonazis, cuando las crisis cíclicas del sistema se alteran con movimientos incontrolados de masas que huyen del hambre, la guerra y la desolación, buscando integrarse en un mundo mejor.

 Al ver “amenazados sus hogares y privilegios” por los deshe
redados del mundo, la burguesía, el proletariado desclasado, el campesinado conservador, algunos jubilados y, sobre todo, las élites económicas (terratenientes, financieros, grandes industriales, monopolios, trust…) no dudan en respaldar, incluso potenciar, a movimientos fascistas y totalitarios con el fin de “proteger” sus intereses y modo de vida. 

El juego se establece en todos y cada uno de los territorios, instituciones, estructuras… y en su articulado, nunca escrito, se manipulan las pasiones, emociones, necesidades, ambiciones, deseos, ideologías y miedos para producir perturbaciones psíquicas que debiliten la voluntad y anulen la razón. Para ello es necesario destruir la capacidad de respuesta, no controlada, de los habitantes del planeta. La tecnología se ha convertido en el instrumento más eficaz para fiscalizar las poblaciones, siendo las redes sociales uno de los procedimientos más “inocentes” para alienar la razón y subordinar todo a una “positividad” existencial 

Trump, Bolsonaro, Salvini, Viktor Orbán, Le Pen, Andrzej Duda, Casado… son marionetas muy peligrosas, hábilmente manejadas para asfixiar cualquier atisbo de auténtica libertad y para evitar “experimentos” foráneos que pongan en peligro el control del mundo de las familias de los auténticos detentadores del poder (Rothschild, Rockefeller, Morgan, Du Pont, Bush) que controlan las industrias que más dinero mueven.

En las altas esferas el juego no tiene reglas, los jugadores utilizan fichas humanas que compran en un mercado global donde la seducción pornográfica es el gran premio para los peones que coronan como reinas. Las guerras, las hambrunas, las modernas pestes, la enfermedad, el tráfico de órganos, las confrontaciones territoriales, el comercio de seres humanos, las drogas, la prostitución, la contaminación… se convierten en boyantes negocios.

El último refugio que le queda al individuo es la libertad de pensamiento al margen de cualquier control o regla, el ser uno, singular, en definitiva el reservar la forma de vivir fuera del mercado mediático y disfrutar de la vida compartiendo los afectos con las reglas del amor.

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