En aquella Alemania convulsa de finales del XV y principios del XVI, viven dos personajes que, con sus escritos, promueven lo que pronto sería la rebelión de Lutero contra la Iglesia católica.
Sebastián Brant -uno de ellos- es autor de un libro con rótulo curioso: “La nave de los locos”. El título suscitó mi curiosidad en aquellos años de ardorosa mocedad.
La obra de Brant adquirió fama extraordinaria en la Europa de entonces, siendo traducida al latín y a otros idiomas. En su recorrido encontramos un detalle simpático: el autor se presenta como un loco más afectado por una pasión exacerbada: la bibliomanía.
Ulrich von Hutten -el segundo personaje- era un hombre violento. En sus escritos arremete sin piedad contra los vicios del clero. Ahora si, sus diatribas aparecen siempre sazonadas con un vigoroso sentido del humor. También llevó una vida de aventurero empedernido. Destinado a la carrera eclesiástica, colgó los hábitos y practicó la consigna nietzscheana de “Vive en peligro”.
