Opinión

Alivio

Sí. Alivio. Esa es la palabra. El abismo de convertir nuestra bella Galicia en un tren con destino a ninguna parte, sin más miras que hacer de lo público autonómico otra empresa de contratación para aquellos que buscan vivir de la cantinela de queja, rencor y amenaza del nacionalismo, era una pésima noticia. Pero todavía era peor la reedición de la ruina económica y política de un bipartito que demostró que casi peor que las malas ideas, en el arte de mandar, es la incompetencia.

Hay algunas cosas que debería sacar en conclusión el PP tras estas elecciones. La realidad del nacionalismo gallego, en su máximo esplendor, es la que se ha visto en las urnas, o incluso menos, si tenemos en cuenta que muchos de sus votantes han sido socialistas a los que no les molesta demasiado la deriva independentista del BNG si con eso no gobierna la derecha. Postura que jamás entenderé, pero que reina en el PSOE y su militancia desde que Zapatero lo echó todo a perder, y que con Sánchez se ha llevado al extremo, porque con el hombre del Falcon solo, y digo solo, importa el poder. Todo lo demás es contingente.

Esta es una lección importante para el PP que, lejos de jugar a ser más nacionalista que nadie, debería empezar a aplicar el maldito sentidiño que piden a los votantes a la hora de gestionar su política lingüística, y sus ramalazos progresistas para contentar a los que nunca se van a contentar, y cabrear a los que luego les tienen que votar tapándose la nariz. Muchos no les han votado porque los amen, sino por temor a otro bipartito con tintes marxistas, independentistas y socialistas.

A la espera del recuento final, se abre una etapa de optimismo para Galicia, que no obstante seguirá en guerra abierta con el Gobierno central, o más bien al revés, y que tendrá que ser más clara y más alta al denunciar las desatenciones de Sánchez. Es más, debería ser ya una prioridad, comenzar a cantar todas y cada una de las ocasiones en que el Gobierno se comporta con deslealtad hacia los gallegos, con vistas a las siguientes citas electorales.

Ha llegado el alivio. Pero esto eran solo unas autonómicas. La prioridad sigue siendo extirpar a Pedro Sánchez de La Moncloa, y con él a todos sus socios de mala muerte.

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