Opinión

La dieta de la mosca

Querido compadre Quero:

A la hora en que contesto tu carta, Sánchez acaba de levantarse de la mesa en Bruselas forzando una pausa en las negociaciones energéticas. Ha aprovechado el instante para comparecer ante las cámaras. Me recuerda a mi cuando jugaba al fútbol, que echaba unas carreras espectaculares en los treinta primeros segundos para salir en la foto, y luego cojeaba el resto del partido.

Comprendo tu melancolía. Si bien, eres injusto con Pedro Antonio Sánchez. No puede estar a todo y al mismo tiempo rodar su serie. ¿Qué es más importante, que tú tengas leche o que él salga guapo en pantalla? Pues eso. De ahí que los asuntos de alimentación los ha dejado en manos de Garzón, que es un ministro que tiene pesadillas con chuletones asesinos, y que vive un idilio amoroso con los insectos caramelizados. Yo, que soy ecológico, sostenible, y rubio, he tomado nota y ayer mismo cené mosca. No me dio tiempo a caramelizarla y ahora me hace cosquillas en la barriga. De modo que me dispongo a tomar un chupito de Bloom para hacer la digestión. Todo es acostumbrarse. Cosas peores hemos bebido tu y yo en las discotecas.

Sabíamos que un gobierno socialcomunista nos convertiría en Venezuela. Pero nunca pensamos que sería tan rápido. Primero nos encerraron en casa dos años, nos clausuraron hasta los bares, y ahora han vaciado los supermercados. Hay que reconocer que, para ser un sistema económico fallido, el socialismo es increíblemente eficaz. Nunca falla en arruinarlo todo. Cuando O’Rourke quiso explicar cómo funciona la izquierda, dijo: “para comprender el verdadero significado del socialismo, imagine un mundo donde todo esté diseñado por la oficina de Correos, incluso la sordidez”. Sospecho que O’Rourke estaba pensando en algo realmente sórdido, algo como María Jesús Montero, la única andaluza que habla chino con fluidez cuando trata de expresarse en español.

La jugada de reunirse con los que no están protestando para llegar a un acuerdo para que abandonen sus protestas pasará a la historia del trilerismo. Pero Sánchez no hace nada diferente que cualquier otro socialista: solucionar los problemas sobornando aquí y allá, pero sobornando con tu propio dinero. Y si alguna vez no les funciona, se entregan a la propaganda. No olvides cuando Zapatero resolvió la crisis con una campaña publicitaria: aquel “Plan E” en el que instalaban un cartel de cuatro metros para anunciar la próxima reparación de una farola. 

Toda la solución del Gobierno a los transportistas consiste en comprar su silencio con una lilmosna que, por supuesto, abonarán ellos mismos vía impuestos. Cuéntale tú a Montero que todo lo que tiene que hacer para dejar de arruinar a los transportistas es bajar los impuestos al combustible, que constituyen la mitad de su precio, que no depende de Putin sino de su maldito ministerio. 

El tema de la vaca. Te la envío junto a esta carta en un paquete. Si lo abres, verás que por un lado te van unas bandejitas de solomillo y lomo; por otro, redondo, babilla y contra; y en la bolsa azul va la falda, el costillar y lo demás. El rabo te lo mando más tarde por WhatsApp. No tengo ni idea de cómo se monta, pero seguro que en YouTube hay tutoriales. Cuando empiece a hacer “mú”, ya podrás ordeñarla, si te hace ilusión, pero hacerlo así es un atraso. Ahora en Galicia utilizamos una técnica más rápida. Pásale la tarjeta de crédito por la lengua, y sitúate agachado en la parte posterior del animal. Levanta suavemente el rabo –el de la vaca- y pon las manos como si fueras a parar un balón, que en cosa de un par de minutos te empezarán a salir los tetrabricks. 

Suerte, compadre.

Te puede interesar