Opinión

Mi geranio ha florecido

No hay metáfora alguna. No me gustaría generar equívocos con el título. Me explicaré. Don Geranio es una planta de mala salud que adquirí en una gran superficie hace un par de años. Ocupa un lugar importante en mi despacho. Durante este tiempo lo hemos cuidado con tanto mimo, que yo siempre he temido que se volviera idiota, o al menos todo lo idiota que puede volverse una planta. Pero él, hostil y traicionero, siempre ha respondido a nuestro cariño con la más verde de las displicencias. Nunca ha hecho ni el amago de echar flor, por muy capullo que sea.

Yo había dictado su sentencia. Si al término de esta primavera Don Geranio seguía sin flores, su destino estaba escrito: moriría disecado como como la higuera del Evangelio a la que Jesús maldijo por no dar fruto. La única duda que albergaba es si sería privado de agua y luz durante todo el verano, o si su ceremonia funeraria incluiría un iniciador de fuego, o incluso requeriría la ayuda de una Black and Decker. 

Cada mañana, cuando Don Geranio estira sus hojas al sol con la pereza que le caracteriza, le susurro la sentencia, y le canto la cuenta atrás, recordándole que su tiempo se termina. El responde con un silencio tan afilado y sinvergüenza que parece Sánchez cuando le preguntan por los negocios de su gerania. 

Confieso que no tenía esperanzas de que de pronto Don Geranio se convirtiera a la fe floral. Por eso me he quedado atónito esta mañana, al acometer mi ritual de pasar a su lado y mirarlo mal, y comprobar con una mezcla de euforia y esperanza que ha roto en flor. Sí, don Geranio ha echado cuatro o cinco capullos, ya reventados por la presión, en donde asoman diminutos pétalos rojos que alegrarán esta primavera mi templo de las letras. 

Habrá quien piense que este asunto doméstico es eso, tan solo un asunto doméstico. Lo cierto es que la conversión de Don Geranio ha hecho que recupere mi fe en que lo imposible a veces ocurre. No podría hoy sentarme a escribir sobre cómo el Gobierno está hundiendo a la nación, o como España se desploma sin remedio, o cómo la Unión Europea se ha convertido en un agujero negro que pronto nos devorará a todos, entre impuestos y regulaciones. Hoy no. Hoy prefiero pensar que veremos caer a la banda que tenemos por gobernantes, que España brillará unida y próspera de nuevo, y que en la UE dejarán de legislar tonterías sobre la vida del campo y los agricultores, desde sus enmoquetados despachos, sin haber pisado ni siquiera un maldito bosque urbano. Don Geranio es como una Pascua anticipada

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