Opinión

AÑO NUEVO, PROGRAMA NUEVO

Desde su elección, el papa Francisco no ha dejado de atraer la atención de creyentes y no creyentes, hasta el punto de ser considerado por el 'Time' como el 'personaje del año'. Muchas son las razones que explican tal impacto. Una de ellas, según mi criterio, consiste en que se ha propuesto una renovación de la Iglesia, que sus gestos, manifestaciones e iniciativas la hacen creíble. Lo que ha ido adelantando en diversas ocasiones se ha desarrollado en un jugoso escrito: 'El anuncio del Evangelio en el mundo actual'. El título no deja lugar a dudas. Más que una reflexión doctrinal, es un programa para ser llevado a la práctica por todos los miembros de la Iglesia, cualquiera que sea su posición..


Actualizar estructuras y modos de expresión, profundizar en el mensaje evangélico, vivirlo, hacerlo asequible más allá de una actitud meramente defensiva, sin inhibiciones ni pesimismos. Haciéndose eco para nuestro mundo global de cómo actuaron los primeros cristianos, anima a anunciar la alegría del Evangelio 'sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegre noticia'. Sin encerrarse, abiertos desde la fe a trasmitir valores y contribuir con los contemporáneos a la paz, a una sociedad más justa. Por ello insiste en la cercanía, en lo que llama 'experiencia del acompañamiento, la capacidad de comprensión, el arte de esperar' en una actuación 'persona a persona', en una cultura que privilegia el diálogo.


Es un alegato tanto contra la 'globalización de la indiferencia' como a favor de la 'soladaridad desinteresada' en 'ser con los demás y para los demás'. Un lenguaje inteligible por todos, en el ámbito personal y colectivo aplicable a las actividades laborales, profesionales, económicas y políticas, que encuentra su mayor énfasis cuando trata de los excluidos y de sus nuevas formas. El lenguaje interpela directamente los abusos de orden económico: 'No a la dictadura de la economía sin rostro y sin objetivo verdaderamente humano. Pretender aumentar la rentabilidad reduciendo el mercado laboral y creando así nuevos excluidos es un nuevo veneno'.


El papa es consciente de la contundencia de estas y otras expresiones. Pero no responden -afirma- a una ideología política, o un populismo irresponsable, son expresión de la doctrina social de la Iglesia. Tener en cuenta la dignidad de la persona humana y el bien común es lo que ennoblece la actividad necesaria del político y del empresario.


El romano pontífice acota el contenido de la exhortación en la seguridad de que lo esencial de la fe está ya declarado. Se constata una continuidad con la Tradición manifestada en la cita reiterada de los pontífices precedentes de los textos evangélicos, de las cartas paulinas, de los doctores de la Iglesia. La lectura revela el contexto en el que se insertan otras afirmaciones publicadas del sucesor de Pedro.

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