Opinión

La dote de los cardenales

Partamos de un hecho: “Jesús no ha venido a enseñar una nueva filosofía ni tampoco un tratado de buenos modales. Ha venido para salvar al hombre y lo ha hecho a través del camino de la cruz.

Participar en su historia, implica recorrer su camino, ejercer la misericordia curando las heridas más profundas del corazón humano, aceptando ser despreciado a veces, e incluso asesinado.” Este es el mapa que el papa Francisco ha trazado ante el colegio de los cardenales, ampliado con 19 nuevos miembros, entre los cuales figura el español Fernando Sebastián, el sábado 22 de febrero.

Nuestra alegría es caminar con Jesús, les dijo el papa. Esa es la paga que les espera a ellos como a cualquier bautizado. Es el misterioso ciento por uno que prometió a los discípulos cuando le presentaron la minuta por haberle seguido a campo abierto.

Cinco cosas dijo el romano pontífice que la Iglesia necesita de los nuevos cardenales: la comunión entre sí y con el sucesor de Pedro; el valor para anunciar el Evangelio pase lo que pase; la oración por todo el pueblo; la compasión frente al dolor y el sufrimiento del mundo la instrucción de la paz. Y todo esto que parece una cumbre inalcanzable para estos hombres por muy vestidos de rojo que aparezcan, solo será posible si se dejan moldear por el Espíritu Santo.

Deberán acostumbrarse a ser príncipes de un rey coronado de espinas y sería estúpido esperar una suerte más dulce que la de su Señor. El papa recordó que entraban en la Iglesia de Roma conocida por la sangre de los mártires y no por los oropeles de una corte. Y aprovechando el Evangelio del día les propuso: bendecir a quienes les injurien; sonreír a quienes no lo merecen; olvidar las humillaciones recibidas, y contraponer la mansedumbre a la prepotencia. ¡Menuda dote para estos príncipes!

En una esquina de la fila de los cardenales, protegido con un abrigo blanco, sonreía mansamente un anciano que minutos antes había quitado el solideo en señal de reverencia. Se trataba del papa emérito Benedicto, que con su sencillez y humildad mostraba el camino de la comunión y de la unión que tanto necesita el mundo para que todo lo que es bueno, bello y verdadero venza sobre la oscuridad del mal

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