Opinión

HILDEGARDA DE BINGEN Y LA MÚSICA

La festividad de Santa Cecilia, patrona de los músicos, nos brinda la oportunidad de evocar otra figura de la música, ésta del medievo: Hildegarda de Bingen. En torno a esta monja se ha desarrollado en los últimos años una robusta literatura, a veces crítica, orientada a releer sus obras y valorar la riqueza cultural y artística de esta religiosa, que por mucho tiempo ha sido considerada 'menor'. Y esto acontece aun cuando Hildegarda ha sido siempre venerada en la Iglesia católica y beatificada ya en 1324. Hubo que esperar a Benedicto XVI para que el 10 de mayo de 2012 su culto fuese extendido a la Iglesia universal, exhibiéndola en el catálogo de los santos, y el 7 de octubre de 2012 fuese declarada Doctora de la Iglesia.


Esta monja benedictina fue una persona verdaderamente privilegiada, nacida de nobles padres que le dieron la posibilidad, en sus tiempos, de estudiar las más diversas disciplinas. Última de diez hermanos, que se definía 'una pluma abandonada al viento de la confianza de Dios', fue escritora, compositora, filósofa y poetisa. Era experta en ciencias naturales, y en algunos aspectos precursora respecto a la contemporánea sensibilidad ecológica: exaltaba las plantas, los frutos, las hierbas y supo traducir tal amor en alabanza a Dios y en un pequeño tratado de botánica.


¿Qué decir de la música de Santa Hildegarda? Es considerada la primera mujer compositora de la historia cristiana, no sólo porque escribió melodías que las monjas de Bingen y de otros monasterios benedictinos ejecutaban, sino sobre todo porque su música sigue atrayendo aun hoy, estudiada por los expertos y divulgada por la industria discográfica. La música era el modo de expresar su amor a Dios a través del canto, logrando aprehender el hilo dorado que liga la realidad en armonía.


Al recordar la polifacética figura de esta santa no podemos dejar de alegrarnos por el hecho de que haya llegado el momento de dar visibilidad y valorar a una de las grandes doctoras de la Iglesia que enriquece la lista de mujeres que la cultura reciente está reencontando. Es una obra de reconstrucción que algunos centros de investigación histórica, teológica y sociológica están realizando y que en la Iglesia se hizo evidente, sobre todo con Juan Pablo II. No olvidamos la fecha del 19 de octubre cuando proclamó a Santa Teresa del Niño Jesús doctora de la Iglesia, la tercera excepción femenina, tras Catalina de Siena y Teresa de Ávila. También recordamos el decreto de Juan Pablo II con el que, el primero de octubre de 1999, proclamó a Edith Stein copatrona de Europa junto a Santa Brígida de Suecia y Santa Catalina de Siena.


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