Opinión

Santa Teresa, "la iglesia en salida"

A la Santa de Ávila se la suele representar con una pluma en la mano, y pocas iconografías son tan files a la realidad histórica como en este caso. Porque la mística doctora no solo compuso poemas, villancicos y libros de elevada espiritualidad, sino que dedicó buena parte de sus días y de sus noches a escribir cerca de 15.000 cartas, que tenían por destinatarios a personas de todos los estamentos sociales.

Así nos lo manifiesta la misma Teresa. Estamos en febrero de 1577. Pasan ya de las doce de la noche y en la fría y oscura celda del Carmelo, una ya anciana Teresa de Jesús, enferma y asediada por los problemas que atraviesa su Orden, toma pluma y tintero y rasga con su vibrante grafía un pliego de grueso papel. Alumbrada por la luz de una palmatoria, Teresa traza una cruz en el encabezado y escribe: “La gracia del Espíritu Santo sea con vuestra reverencia”. Su destinatario es el carmelita italiano Ambrosio Mariano, que reside en Madrid. En una extensa misiva Teresa cuenta entre otras muchas cosas que esa misma noche lleva media docena de cartas escritas y otras tantas son las que le quedan: al obispo de Ávila, al de Cartagena, a unos teólogos abulenses, a las monjas del Carmelo de Caravaca, a la madre del visitador de la Orden.

En otras ocasiones, los sobrescritos reflejarán nombres ilustres como la duquesa de Alba, el conde de Olivares, el cardenal de Toledo o incluso “la sacra, católica real majestad del rey”. Toda una osadía en el contexto social y absolutista del Siglo de Oro por tratarse de una simple monja, de humilde cuna. O bien los destinatarios son personas anónimas de la época como familiares, amigas de la infancia, novicias, frailes, doctores, meros empleados del correo, damas nobles, prioras de conventos, comerciantes y personajes de las diversas geografías desde Roma hasta Madrid, de Quito a Salamanca, de Lisboa a Sevilla.

Todas poseen un elemento común: en todas se presenta como lo que es: una testigo de Dios que mezcla asuntos cotidianos con la presencia de Cristo. Toda una agencia de comunicación precursora de la cultura del encuentro y de la “Iglesia en salida” en pleno Siglo de Oro.

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