Opinión

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Es la ovación que recibió de todos los presentes puestos en pie la princesa de Asturias, Leonor de Borbón y Ortiz, tras prestar el juramento: “Juro desempeñar fielmente mis funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes, respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas y fidelidad al Rey”, por parte de la mayoría de los diputados, senadores e invitados. Para el ciudadano sólo puede significar el apoyo de las instituciones a la monarquía parlamentaria que define nuestra Constitución, votada por una gran mayoría en 1978, que fue la manifestación espontánea de celebrar lo que nos une en tiempos de desunión y hostilidades políticas. La presidenta del Congreso, Francina Armengol, al terminar la jura, dijo: “Las Cortes Generales acaban de recibir el juramento que vuestra alteza ha prestado en cumplimiento de la Constitución como heredera de la Corona. ¡Viva la Constitución, viva España y viva el Rey!”. España es la única monarquía parlamentaria del mundo que obliga a sus herederos a comprometerse ante los representantes del pueblo con el orden constitucional, lo que dice mucho al implicarse directamente delante de los representantes de la soberanía nacional. No es un acto cualquiera, de ahí supongo que, por estos estos momentos impredecibles, aplaudiesen con fuerza puestos en pie, salvo alguna excepción casi prevista, al jurar la princesa de Asturias.

Un acto que, tras el desfile de una compañía de cada una de las Fuerzas Armadas (Tierra, Marina, Aire y Guardia Civil), continuó en el Palacio Real, donde antes de entrar el público, situado en un montículo al otro lado de la calle por razones de seguridad, le cantó a la princesa de Asturias el “Cumpleaños feliz” para felicitarla por sus 18 años. El pueblo expresó su parecer en el recorrido. El Gobierno, reunido en sesión plenaria, adoptó la resolución unánime de concederle la más alta condecoración civil, el collar de Isabel la Católica. En el discurso posterior, además de agradecer al Gobierno, dijo algo que ha impactado: “Pido a los españoles que confíen en mí, como yo tengo puesta mi confianza en España”. Muy bien su traje blanco, también mostró actitudes de su edad, tanto es así que rey tuvo que indicarle que agradeciera la ovación con la mano en el pecho, al lado del corazón.

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