Opinión

Muchos empiezan a disentir

El primer ministro británico, Rishi Sunak, ha dicho en la conferencia anual de su partido celebrada a principios del mes de octubre que “un hombre es un hombre y una mujer es una mujer, es sólo sentido común… no deberíamos dejarnos intimidar haciéndonos creer que las personas pueden ser del sexo que quieran”, entre otras reflexiones, refiriéndose también a los padres, enseñanza en las escuelas y trato en los hospitales. Obviamente, los que defienden con ahínco la Agenda 30-50, que la están aplicando, se han lanzado sobre Sunak tratándolo de todo. Ha dicho lo que a nivel mundial piensan muchos y que se callan porque la “religión” imperante en Occidente les impide expresarse libremente. No debemos olvidar que el 62% de la población mundial vive en países con graves violaciones de la libertad religiosa, unidas en muchísimos casos a persecuciones, en las que se encuentran ideologías LGTBI, que Occidente a cambio de no meterse en más líos lo ignora y comercia con ellos. 

En esa misma línea fue el discurso del papa Francisco, en donde dijo: “Las ideologías tienen una relación o incompleta o enferma o mala con el pueblo… ¿En qué terminaron las ideologías? En dictaduras siempre… ¿No dejan pensar al pueblo?” Pocas veces Francisco se había expresado tan ampliamente y de forma que no hubiese lugar a dudas. Afortunadamente en otras ocasiones clamó también por la libertad, y muy especialmente en sus viajes a la libertad religiosa, un derecho recogido en el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

El premio Nobel de Física de 2022, John F. Clauser, con más de 1.600 científicos han creado Climate Intelligence para advertir del brutal peligro y exageración que albergan los datos expuestos por Naciones Unidas a través del IPCC (The Intergovernmental Panel on Climate Change -Panel Intergubernamental del Cambio Climático). Este alarmismo climático tiene una evidente dirección política, y además favorece a China, Rusia e India.

Otro tabú en estos tiempos es la religión, concretamente la cristiana. Otro premio Nobel, Robert W. Wilson, prologó un libro fruto del trabajo de tres años de veinte científicos: “Dios, la ciencia, las pruebas” y que tiene como subtítulo “El albor de una revolución”. Hace pocos años creer en Dios parecía no científico, ahora se vislumbra lo contrario.

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