Una publicación en “Proceedings of the National Academy of Sciences”, realizada en Austin University (Texas), aborda el impacto que las partículas de aerosol tienen sobre los grandes sistemas de tormentas (sistemas convectivos de mesoescala). Estas tormentas son sistemas complejos, con frecuencia violentos que pueden abarcar cientos de kilómetros. El estudio concluye que las partículas de los aerosoles fortalecen las nubes, retrasan las tormentas y, porello, acaban produciendo mayor cantidad de lluvia al “estallar”.
El eje de rotación se desplazó hacia Norteamérica durante el siglo XX, ahora ha dejado de avanzar hacia USA e inicia el camino inverso a un velocidad doble de la conocida hasta ahora 17cm/año. “Ha dejado de moverse hacia la Bahía de Hudson para acercarse a las Islas Británicas, es una oscilación importante”, según Surendra Adhikari, investigador del Jet Propulsion Laboratory de la NASA (Science Advances). Obviamente va a influir en el clima: lluvias y sequías.
Según el IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change), la Revolución Industrial disparó las emisiones anuales de CO2 a más de 6,5 mil millones de toneladas por vía industrial; 150 mil millones de toneladas por volcanes y metabolismo de organismos vivos. Una persona produce cada día aproximadamente un kilogramo de CO2, la población mundial es de unos 7.300 millones de personas, que emiten 7,3 millones de toneladas anuales. Si contamos todos los seres vivos, superamos las emitidas vía industrial, peligro que, aunque de forma muy escondida, se dice en el documento que se aprobó en diciembre de 2015 en la Conferencia de París. En él se recuerdan las predicciones realizadas por el Club de Roma en relación con la población (hambre y falta de agua) en el informe de 1972 Los límites al crecimiento (The Limits to Growth), actualizado en Río+20 con el “Informe Meadows”, y estudiado por el sociólogo Amando de Miguel en el libro “Las profecías no se cumplieron” (premio Internacional Jovellanos), donde enfrenta las desviaciones con las predicciones. Añado por mi parte que el hielo marino de la Antártida crece.
