Opinión

Habitación prohibida

VIERNES, 24 DE DICIEMBRE

Hoy ha sido mi último día intubado. Qué barbaridad, he salido de ésta. Me dice alguien: “Por los pelos, amigo, por los pelos”. Estoy confuso y reflexiono. He sentido frío, máscaras que se movían por la sala, paranoias, seres de otros mundos que me llamaban. El rostro de mi abuela que, temerosa del diablo, no cesaba apenas nunca de rezar plegarias. Quizás lo haya imaginado, pero he visto a un compañero cercano cómo lo cubrían y llevaban. Para aliviarme, me imaginé refugiado en el cálido seno materno y a salvo. Píldoras, inyecciones, toses, el rostro hosco y cansado de un doctor. Un vagabundo pálido y solitario que era yo mismo caminando tras de mí. A veces imaginaba la lentitud de dos bueyes y la cara muy marcada del labrador y eso me aliviaba.

Otras veces, veía la peste cubriendo el mundo y las cenizas de Sodoma, Nínive, Pompeya, Babilonia. Una vez vi imágenes del filme “Morte a Venezia” y percibí el pútrido olor de la ciudad llena de moribundos. Qué tremendo, otra vez la jeringuilla. “Estese tranquilo, hombre”. Casi le escupo: “Hasta los cojones, doctor”. En el reverso de una receta le escribí a alguien querido: “Si quedo fiambre, llévenme a la aldea, a la tumba donde están los míos”.

Ilustración: Alba Fernández
 

SÁBADO, 25 DE DICIEMBRE

Por fin estoy en casa, encerrado y sellado en mi habitación. Cuando éramos niños, en todas las casas había una habitación a la que no podíamos entrar. “En esa habitación no entres, hijo”. Hasta casi la adolescencia pensé que los fantasmas habitaban allí. Todavía un viejo miedo me persigue. Pienso, escribir es un buen remedio para liberarme del pánico que me acosa. Maldita sea, por desgracia soy bastante claustrofóbico. Crecí lleno de miedos en aquel internado. Había que rezar, rezar mucho. Cada noche, un alumno con las cuentas en la mano protagonizaba el rosario colectivo. Encerrado y sólo, como estoy, en los insomnios se repetían las prédicas sobre el infierno. ¡Mira que si existiese realmente! ¡Ay!, el infierno cristiano es el más cruel de todos los infiernos. Calderas de aceite caliente. Las risas de los diablos y encima estarás allí para siempre, para siempre, toda la eternidad.

DOMINGO, 26 DE DICIEMBRE

No cesa la pesadilla. En sueños pasan por mi mente las láminas de Doré sobre el “inferno” de Dante. Aquellas que me asustaron de niño. Te juro que vi de nuevo, uno a uno, los nueve círculos en donde habitan los pecadores. Aquel profesor cruel me obligó a memorizarlos, cuánto me atormentaron. No puedo resistirme a contarlos. El primer círculo es el limbo. El segundo círculo, el más terrible, es a donde arrojaban a los pecadores lujuriosos. Seguro, aquel profesor estará allí. Allí eran azotados por dolorosos vientos. El tercero, la gula. El cuarto, la avaricia. El quinto, la ira y la pereza. El sexto, la herejía, a donde iban los condenados por los severos inquisidores de Toledo. El séptimo, la violencia. El octavo, el fraude. El noveno, traición. Ríe Satanás, mitad humano, mitad nieve y hielo, sabedor de que débil es la carne y frágil la voluntad del hombre.

LUNES, 27 DE DICIEMBRE

Tengo apagado el móvil. Me niego a ver la televisión. Estoy solo, cautivo y prohibido. Veo visiones.

MARTES, 28 DE DICIEMBRE

He tomado un montón de píldoras, estoy agobiado, no quiero saber nada del mundo.

MIÉRCOLES, 29 DE DICIEMBRE

Mi habitación tiene un humilde ventanal. Hoy me siento como un mono enjaulado. Ya son muchos días, me invaden las paranoias. Me asomo a la ventana y les grito a unos viandantes: “Estáis amansados, a dónde vais tan tranquilos, mamoncetes”. Los transeúntes apuran el paso, seguro piensan “debe ser un loco”.

JUEVES, 30 DE DICIEMBRE

No logro dormir, ni las píldoras hacen efecto. Cojo mi móvil, tantos días sin usar. Busco escenas dramáticas de la segunda guerra mundial. Veo Stalingrado lleno de cadáveres. Los SS caminando altivos. Sacudo la cabeza al contemplar soldados en llamas. Recuerdo que la violencia está en el séptimo círculo. Busco imágenes que me den paz. Logro dar con el vídeo en donde suena el ritmo sanador de los músicos rifeños de Jajouka ¡Ay!, yo los vi en Tetuán rodeado de musulmanes que llevaban a sus familiares dementes para que se curaran.

VIERNES, 31 DE DICIEMBRE

Por fin abren la puerta. Se sorprenden, yo estoy danzando frenético los ritmos de Jajouka.

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