Opinión

Incendio de corazones

ALBA FERNÁNDEZ
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VIERNES, 17 DE NOVIEMBRE 

No podía faltar a la cita. Allá me fui el jueves a Coruña para celebrar que era el último concierto de esta gira que conmemoró los cuarenta años del Rock & Ríos. Cierto, A Coruña vive un largo romance con el granadino y la pasión rodeó el Coliseum.

Pienso ahora en los que quieren arrinconar a los viejos. Allí estaba Miguel, que ronda los ochenta, como un jabato dos horas muy largas, pletórico y hechizante. Allí estaba, cierto, invitándonos a salir de la negra resignación que anda por los caminos.

No se cortó un pelo, qué va, antes de cantar el “Himno a la Alegría” hizo un alegato contra el odio y la guerra en Oriente Medio.

Fue inevitable. Durante el concierto pasaron por mi mente imágenes de aquel marzo del 83. Allí, en el pabellón de deportes del Real Madrid se grabó en directo y nació el Rock & Ríos. Allá se fue Miguel a por un sueño. Convocó a músicos de gran personalidad y maestría. Cielo santo, allí estaba Thijs van Leer, el creador de la legendaria banda Focus. Algunos ya no están, como Sergio Castillo, el batería con duende hispano cubano, y Paco Palacios, guitarrista de las manos sabias.

Miguel suele decir: “Lo hicimos porque no sabíamos que era imposible”, y es cierto, todo fue milagroso. Faltaba un día y los camiones que venían de Inglaterra con los equipos para grabar en directo, estaban detenidos en la frontera francesa. Por fin, a última hora salieron hacia Madrid. Apenas hubo tiempo para probar el sonido y poner todo en marcha. Todo se montó en un pispás. Y así, casi sin probar, los hados soplaron a favor y se consiguió hacer aquel doble vinilo. Qué barbaridad, quién iba a sospechar que aquel doble LP llegaría al millón de discos vendidos. Ocurrió también que los representantes de Miguel vendieron algunas actuaciones a un precio mucho más bajo porque no sospecharon tanto éxito. Así que algunos propietarios de pequeños locales que habían contratado una actuación, al ver la demanda de entradas, lo llevaron a grandes estadios. Imagínate, hermano, el cabreo de Miguel al ver cómo se enriquecían los que le habían contratado por dos duros.

La anécdota es cierta, yo conocí a esos dos chicos, vinieron de un pueblo andaluz y contrataron, muy al inicio, a Miguel para la fiesta de su pequeño pueblo. Sucedió que unos yonquis del dinero, cuando vieron la explosión del Rock & Ríos, les pusieron un cheque con muchos ceros. Pretendían llevar ese concierto a un gran estadio. Los chicos, fieles a sus vecinos, se negaron y Miguel actuó en la pequeña plaza del pueblo.

Después, la gloriosa gira por este país. “El blues del autobús”: “Dormimos poco y mal, quemando la salud”. Tuve la suerte, como letrista, de recorrer algunas ciudades. Cuánto me marcaron aquellos días. Cómo era posible, llegábamos por ejemplo a Valencia y el estadio de fútbol a reventar. Recuerdo Bilbao, que parecía estremecerse. ¡Ay! Barcelona, donde asistieron quizás medio millón de personas. Qué jaleo hubo allí. El locutor Luis del Olmo, presentador del evento, subió nervioso al escenario y le dijo a Miguel que había que suspender el concierto porque había mucha tensión en alguna zona. Hubo un zarandeo, Miguel se apartó, tomó el micrófono, habló de paz con maestría y todo terminó en una gran fiesta.

Quizás, hermano, estuviste aquel 27 de agosto del 83 en el repleto estadio de O Couto. Aquel día está en el imaginario colectivo de la ciudad. Ya era el final de la gira “Rock de una noche de verano”. Allí estaba Miguel con Luz, que comenzaba. Leño, una de las bandas de rock más amada. Y hubo más, Los Bordinis con sus motocicletas volantes. Y el apoteósico final con una explosión de fuegos artificiales mientras sonaba el “Himno a la Alegría”. Muchos ourensanos alucinaron en el que quizás fue el primer concierto de rock de su vida.

(A la puerta algún cabrón gritó: “¿Vais al parque jurásico?”. Pero el clásico dijo: “Sabes bien que los años no son hojas, sino flores que nunca son pasado sino futuro”. Miguel, bien arropado por los suyos, su voz aguanta bien, lideró la noche con maestría roquera. Qué momento conmovedor, Miguel cantó el mítico tema de Topo “Y mis amigos dónde estarán”: “Mis amigos con los que jugué, dónde estarán./ Mis amigos con los que hice la revolución”. Mientras, en la pantalla aparecían los rostros de parte de una generación que ya no está, quizás los mejores. ¡Ay! Manolo Tena, Pepe Risi, Antonio Vega, Paco Palacios, Antonio Flores… Tantos. Lágrimas resbalaron por nuestras mejillas. En el Coliseum de A Coruña el jueves, cerca de diez mil personas padecimos incendio de corazón).

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