Opinión

Mal consejero

MIÉRCOLES, 25 DE OCTUBRE 

Me encuentro con mi colega de tertulia, el profesor. La verdad es que no nos damos reunido mis colegas de tertulia. Todos andan con problemas, el músico de médicos, y mira tú, me dice que el psiquiatra anda con problemas por la custodia de un niño. A pesar de todo, estamos convocados para la próxima semana.

Noto al profesor un poco exaltado. Me espeta: “Estoy hasta los cojones de esta profesión. Me cuesta un montón tener empatía con ellos. Aún ayer me entregaron un trabajo. Lo leí lleno de faltas, hasta Varcelona con v”.

La semana pasada tomé una decisión: ni un móvil ni un ordenador en la mesa. Estoy informado de que los países nórdicos van por ese camino. Así que les dije: “Desde hoy, libreta y bolígrafo. Cada día, al empezar la clase, alguien leerá en voz alta un capítulo o un párrafo de El Quijote”. 

“Ayer tuve una fuerte discusión con el director. Alguien le contó mi cambio en las clases. Venga a decirme que cómo me tomo esas libertades y que hay que seguir las normas estrictas del colegio. Pero yo iba preparado y le mostré mis papeles. ‘Mire, en los países nórdicos, en Suecia, hubo un largo debate. Concluyeron en paralizar la digitalización de las escuelas. Dedicarán ciento cincuenta millones de euros a reintroducir los libros en las aulas. Ahora la enseñanza vuelve a ser la tradicional”.

“El director encolerizado me dice: ‘No me venga usted con pamplinas. No hay vuelta de hoja. Son inevitables tiempos cibernéticos. Lea usted sobre la inteligencia artificial”.

“La discusión se acaba, me señala la puerta y me espeta: ‘No me venga usted con experimentos. Las normas son para acatarlas’. Mira que le enseñé los trabajos de los alumnos llenos de faltas: ‘Observe usted que no reflexionan y su lenguaje escrito es como en un WhatsApp”.

(Mi amigo me dice pensativo: “Lo que más me duele es que esta educación cibernética no enseña a los alumnos a tener el corazón fuerte para enfrentarse a las adversidades de la vida”).


JUEVES, 26 DE OCTUBRE 

Estoy escuchando con mi amigo DJ, Antonio Salgado, el nuevo disco de los Stones “Hackney Diamonds”. El título hace referencia al lenguaje callejero londinense para aludir a los cristales que quedan desparramados por el suelo tras cometerse un atraco. Me dice Antonio: “No podemos caer en el error de compararlo con discos anteriores. Todo evoluciona y tiene un leve perfume de marketing. Pero la voz de Jagger es la de toda la vida y hay momentos en que surge el más puro Keith Richards”.

Es el primer disco con canciones originales después de dieciocho años. Cielo santo, colaboran Stevie Wonder, Lady Gaga, Elton John. Y, milagros de la técnica, en un par de temas recuperan el toque preciso del inolvidable Charlie Watts. 

Al terminar el disco, comentamos que las letras ya no son tan incendiarias como en los viejos tiempos. Pero insisto en que no se puede comparar, ahora hay mejores ingenieros, mejores estudios y ellos hacen bien en ir con los tiempos. Tendrán sus razones, pero me hiere que hayan sacado del repertorio el mítico tema Brown Sugar, tal vez por presiones de quienes están detrás de las mesas de caoba. A Keith Richards no le gustó y dijo: “Por ahora, no quiero meterme en líos con toda esa mierda”.

Cierto, son malos tiempos para la libertad de expresión. Hoy no serían de recibo algunos temas de la Movida, o aquel provocativo ‘Me gusta ser una zorra’ de Vulpes. Recuerdo aquellas masivas manifestaciones en que, hasta los ochenta, exigíamos la libertad de expresión. Recuerde el hermano lector que hasta avanzados los setenta, no se podía leer en España por ejemplo a León Felipe, aquel poeta zamorano exiliado en México del que corre la leyenda que fue amante de Sara Montiel. Mi generación creció con aquellas jodidas películas prohibidas para mayores de dieciséis años. Con frecuencia, el operador mutilaba las escenas en que el artista se besaba. Aún recuerdo los grandes pataleos en el gallinero.

(Pero lo que más me entristece de estos tiempos es que la autocensura vuelve a habitar en muchos columnistas de periódicos, comediógrafos y escritores. Habrá que volver a leer al maestro Erich Fromm, psicoanalista y filósofo. Ya decía: “Vivimos en una sociedad libre, pero la libertad da miedo y el miedo es muy mal consejero”).

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