Van dos Campeonatos de España absolutos y una retahíla interminable de citas cada fin de semana. El éxito de la apuesta por convertir Expourense en una referencia del atletismo no tiene discusión. No importa lo que haya costado ni lo que cueste mantenerlo. Y tampoco si alguna vez los que vengan a correr, saltar o lanzar no tienen la misma pompa.
El paletismo del “¿cuánto cuesta? y el oportunismo de la pregunta o incluso la crítica mezquina si no es del agrado del consumidor seguro que todavía no ha quedado desterrado de una ciudad que ha bajado tanto su listón deportivo que casi se frota los ojos cuando tiene citas como esta.
Ourense tiene un campo de fútbol vergonzoso y sus equipos casi tienen que pedir perdón por recibir subvenciones porque se ha permitido que los que restan por costumbre o mala intención tengan voz y voto. Por escuchar a los envidiosos en vez de entender que el éxito del vecino nunca trae nada negativo.
Los que tiraron abajo la ACB o permitieron desaparecer a CD Ourense sonríen tras la mascarilla o se esconden en un segundo plano cuando la realidad los vuelve a retratar o aciertan en alguna de sus apuestas. Cuando fallan se callan y esperan a que pase la tormenta.
La tercera ciudad de Galicia (por ahora) está claramente entre las últimas en toda España en materia deportiva por culpa de la complicidad para destruir y la inquina para hacerlo de unos pocos. Han pasado los años y ni olvida ni se perdona como dijo algún directivo de un club popular hace no mucho.
Ourense volverá a ser capaz de tener gradas llenas y aficiones identificadas cada sábado y domingo si se quita la boina calada y reman todos en la misma dirección. Si en vez del catetismo del “¿cuánto cuesta?” se decide a fiscalizar y a amortizar las inversiones.
Sin querer ser más que nadie, pero tampoco aceptar ser menos por decreto. Si los que dicen sí en Lugo, Santiago o Pontevedra también lo hacen en Ourense aunque no salgan en la foto. Si los que ven la luz con los deportes que les hacen tilín arriman el hombro de la misma forma con los que tienen todavía más afición y retorno.
La apuesta por el atletismo y por Expourense debe servir para despertar por fin a Ourense de la pobreza mental y la bajeza de miras que la ha anclado al tercer mundo deportivo en los últimos años. Ourense entiende, quiere y anhela lo mismo que las otras ciudad, no hace falta inventar la rueda.
