Tiene 88 años. Raúl Rey es uno de los mejores deportitas ourensanos de la historia, aunque la ciudad de la que él presumió cuando era profesional y de la que lo sigue haciendo, nunca le haya correspondido.
Corrió tres Tour de Francia y cinco Vueltas a España y lo hizo con un esfuerzo y un sacrificio impensable a día hoy. Raúl Rey no aprendió a correr en escuelas de ciclismo o tutelado por algún mecenas. Su capacidad la intuyó haciendo repartos y la bicicleta la compró como herramienta de trabajo. Y de ahí a competir y a veces a ganar a los mejores. Vueltas en el País Vasco, Comunidad Valenciana o subidas al Naranco en el diario de cada temporada y corredor fijo en las mejores carreras en un Ferrys que ahora se llamaría Movistar.
Volvía de París y al bajarse del tren no había ni un abrazo de más esperándolo en la estación. Fotos o autógrafos, qué decir.
Ourense ha perdido la oportunidad de darle una escuela de ciclismo por la que habría dado la vida y todo su conocimiento sin dudarlo. Pero todavía está a tiempo de reconocerle una pizca de todo lo que dio. Una ciudad plagada de calles cuyos nombres son dígitos sin valor o solo buenas intenciones que no representan a nadie. Raúl Rey se merece que su ciudad se acuerde ahora de él mientras todavía lo agradezca y que ese nombre se valore para siempre. Que cuando algun chaval pregunte algún día quien era Raúl Rey la repuesta sea: “El primer ourensano que corrió el Tour”. Hoy todavía es el único.
