Opinión

Una vergüenza

No hay excusa. Por compromiso, por responsabilidad o al menos para evitar el sonrojo público. Por cualquier motivo estaría justificado sentenciar una imagen tan penosa y humillante como la que se pudo ver el domingo en directo por televisión. A riesgo de encontrar algún patatal con porterías en algún rincón perdido del mapa, es fácil atreverse a decir que avanzado el 2022 no existe ningún campo de fútbol en un estado tan lastimoso como el de O Couto.

Tras muchos años con la grada de fondo abandonada y cerrada al público por riesgo de derrumbe, baños insalubres, entradas inaccesibles para las personas discapacitadas y una organización ilógica, ahora O Couto ha sido capaz de superarse en su constante transformación Frankestein. Una grada en alto sin visibilidad, otra anclada en el blanco y negro, una cerrada y con pista de atletismo por delante y una más que directamente no existe. No hay estadio peor. Ni hecho adrede.

El lavado de cara fácil e insuficiente aprobado hace unos meses ya es una humillación en sí. Ourense no debería admitir nada que no fuese el derrumbe del campo actual y la construcción de uno nuevo, como el de cualquier otra ciudad. Elija cada uno al azar el que quiera, todos son mejores. Además, juega lamentablemente con la ventaja de que el nivel de sus equipos se lo permite sin discusión. Oira u Os Remedios le servirían a Ourense CF y UD Ourense para jugar sus partidos el tiempo necesario. Y están mejor que O Couto.

Los escombros en las gradas y la tierra ganando terreno al césped de un campo inaceptable no admiten más prórrogas. El fútbol en Ourense ha caído tanto que solo así se entiende que nadie eche el freno y acabe con este sinsentido. Que se pare el tiempo por fin en un estadio que pide a gritos el candado.

Reunión y decisión. Instituciones, clubes y federativos. Un campo nuevo no mejorará la categoría de los equipos, pero sin uno el fútbol ourensano seguirá condenado a una caída en picado en implicación y apoyo social. A nivel nacional Ourense es el último vagón del fútbol. Ahora, además es el hazmerreír por la imágenes que se ven de su campo. No es casualidad, las dos cosas van relacionadas.

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