Opinión

Taberna Garibaldi

Los bares y restaurantes son esos lugares donde la civilización occidental teje relaciones, crea hermandades e incluso hace la revolución. Comenzar una charla alrededor de una mesa es la mejor manera de alejarse de prejuicios, construir nuevas formas de ver el mundo y aproximarse a perspectivas ajenas. Las relaciones humanas son complejas, pero, poco a poco se vuelven más sencillas si pones un buen guiso para compartir en el medio.

“Las tabernas son el último bastión de la libertad del proletariado”, estas palabras del filósofo marxista Karl Kautsky parece que han inspirado al polifacético Pablo Iglesias para dar el salto al mundo de la hostelería con la apertura de un bar que llevará por nombre “Taberna Garibaldi”, en honor a la Brigada italiana Garibaldi, que defendió la Segunda República en la Guerra Civil.

Las tabernas siempre han sido espacios de transgresión y libertad, donde, bajo la ironía o el sarcasmo, chispeaba la inteligencia y ahora parece que también el compromiso político. O más bien el económico, porque no me cabe duda de que a corto plazo esta será un éxito, ya se sabe que la gente se vuelve loca por lo nuevo y lo exótico. Llenazo a todas horas para ver al famoso, selfi por aquí, selfi por allá, será la furia del no parar.

Una taberna es algo serio pero Iglesias hace tiempo que se convirtió en una caricatura de sí mismo y ahora ha optado por llamar la atención con su nuevo local. O es que tal vez lo que siempre ha querido ser es tabernero y para ello ha hecho el camino inverso a la fama, que empieza en un bar y acaba en la tele, él empezó en la tele y acaba en el bar.

En la Taberna Garibaldi, entre el guiño, el chiste y el marketing, se disfrutará de una carta ingeniosa. Así, nos encontraremos con los cócteles, “Fidel Mojito”, “Ché Daiquiri”, “Mandela Zulú”, “Durruti Dry Martini”, “Evita Martini” o “Pasionaria Puerto de Valencia”. La bebida que no se podrá pedir, so pena de ser tachados de provocadores, será el “Cuba Libre”. Los platos que se degustarán, mientras se sueña con la revolución, llevan nombres tan sugerentes como: “salmorejo partisano”, “enchiladas viva Zapata”, “Gramsci negroni”, o “ensalada Subcomandante Marcos”. Todo ello regado con vinos argentinos y chilenos y una amplia variedad de cervezas.

Esta taberna será un lugar sólo para gente de izquierdas, y como mal menor activistas sociales, pero esto es algo que no debe extrañarnos ni mucho menos escandalizarnos. Ya se sabe que las personas de izquierdas, estudian carreras de izquierdas donde hacen amigos de izquierdas. Compran en tiendas de izquierdas, leen libros de izquierdas y escuchan música de izquierdas. Y si a sus perros les ponen nombres de izquierdas, ¿a quién le puede extrañar que cuando abren un bar, abran un bar de izquierdas?

Para esta aventura el nuevo hostelero ha optado por el castizo y multicultural barrio de Lavapiés, enclave donde nació Podemos, estuvo su primera sede y donde los fundadores alternaban, ligaban, discutían y preparaban su asalto a los cielos.

A las tabernas de siempre hay que guardarles un respeto. Son una especie en extinción, amenazadas por las franquicias y los establecimientos de nuevo cuño sin alma labrada en el pasado y con el futuro regado por el incontrolado turismo. Creo que la de Iglesias no se ganará ese respeto, porque tiene fecha de caducidad, pero ya veremos.

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