Opinión

Unidad ante el escándalo

Del 18 al 25 de enero, la familia cristiana celebra el octavario de oración por la unidad de los cristianos y este año bajo este lema: “Destinados a proclamar las grandezas del Señor” (1Pedro 2,9). El apóstol, Pedro, le dice a los primeros cristianos que en su búsqueda de sentido antes de encontrarse con el Evangelio eran “no pueblo”. Pero, mediante la llamada a ser “raza elegida” de Dios y de recibir el poder de salvación de Dios en Jesucristo, se ha vuelto “pueblo de Dios”.

Esta realidad se expresa en el Bautismo, común a todos los cristianos, en él que renacen del agua y del Espíritu Santo abriéndose a un y apasionante viaje de fe y uniendo a cada cristiano con el pueblo de Dios que peregrina a lo largo de los siglos. La lectura de la Sagrada Escritura lleva a los cristianos a reconocer las grandezas de Dios en sus propias vidas pidiendo por la unidad ante el escándalo de la separación.

¿De qué manera reconocemos y respondemos a esas grandezas de Dios en el culto y en el trabajo a favor de la justicia y la paz? Los cristianos que viven a fondo la llamada bautismal deben dar testimonio de las grandezas del Señor curando las heridas que brotan de los conflictos, buscando la verdad y la unidad y comprometiéndose a favor de la dignidad de toda vida humana.

El objetivo del movimiento ecuménico es la unidad de la Iglesia. Se trata de trabajar con el máximo empeño en el restablecimiento de la unidad plena y visible de todos los seguidores de Cristo. Sobre todo, desde el concilio Vaticano II hasta hoy, se han dado muchos pasos hacia la plena comunión. Durante el Concilio los observadores delegados de las demás Iglesias y comunidades eclesiales estaban atentos, pero silenciosos. Después de cincuenta años de la clausura del Concilio, esta imagen del aula conciliar se ha trocado en la realidad de una Iglesia católica en diálogo con todas las Iglesias y comunidades eclesiales tanto de Oriente como de Occidente. Se puede afirmar que el silencio se ha transformado en palabra y gesto de comunión. Se ha redescubierto y restablecido la fraternidad entre todos los cristianos como condición de diálogo, de cooperación, oración común y solidaridad.

La búsqueda de la unidad de los cristianos es, ante todo, un anhelo que hay que mantener vivo y una plegaria que hay que alimentar. Esta búsqueda tiene la mirada fija en Jesús que dio su vida para que hubiera ‘un solo rebaño, un solo pastor’ y que oró: ‘que todos sean uno’. La oración por la unidad de todos los cristianos es el alma del movimiento ecuménico. Todos los esfuerzos en pro de la unidad resultarían infructuosos, como un cuerpo sin alma, si les faltara el pulmón de la oración.

Las parroquias están llamadas a unirse a las demás comunidades cristianas que piden al Padre por Cristo en el Espíritu Santo la plena comunión. Coincidiendo con la Semana de Teología, que se celebrará los días 20, 21 y 22 de enero a las ocho de la tarde en el Liceo, el día 23 a las ocho de la tarde el Obispo presidirá en la Catedral la Eucaristía con Vísperas, para orar por la unidad de los cristianos ya que la Eucaristía es el lugar privilegiado para la unidad de los bautizados pues la comunión eucarística y la eclesial están íntimamente ligadas la una a la otra.

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