Opinión

Ambiente contagioso

Una cosa es clara, y es que el mes de diciembre, y en algunos lugares desde mediados de noviembre, la gente vive un ambiente al que contribuye de una manera muy eficaz el entorno del que se encarga una propaganda reiterativa. Vivimos ya en el ambiente navideño. Un ambiente muy laico pero, en definitiva, que huele a Navidad.

Debemos insistir en lo de “laico” porque en realidad cada día nos recuerda menos esta propaganda que nos invade lo que significa el misterio de Navidad. Porque hemos de reconocer que estas fechas tienen su origen en el gran acontecimiento ocurrido en Belén. Pero, por desgracia, se ha ido postergando el gran misterio que da sentido a una cultura y a toda una era.

Sin duda alguna la propaganda de todo tipo que nos acosa en estas fechas va orientada al incremento de las ventas y, en definitiva, poco a poco va obnubilando lo que es y significa el misterio de la Nochebuena en torno al que giran todas las páginas bíblicas. Un hecho anunciado y proclamado por los profetas desde los primeros momentos. En el libro del Génesis, el primero de la Biblia, después del “Anuncio” por excelencia dice una frase que algunas veces ha sido mal interpretada. De ahí que no tengan sentido ciertas iconografías de la imagen de la Virgen Milagrosa en las que aparece pisando la cabeza de la serpiente. Totalmente falso. Muy claro deja el pasaje bíblico que quien aplastará la cabeza del dragón es “tu descendencia”. La descendencia de la Virgen, que es su madre. Queda muy claro en los primeros momentos del Génesis. Por eso es errónea la representación en la que la Milagrosa aparece aplastando la cabeza. No es Ella, es su descendencia.

De ahí también la afirmación del papa Francisco: nunca se debe llamar a la Virgen redentora. El Redentor es uno y único, que es Cristo. Él fue quien murió por todos y derramó su sangre en la cruz como ya había profetizado Isaías entre otros profetas. Es el “Varón de Dolores”, como queda claro en el pasaje del profeta.

Uno de los momentos y de los temas más discutidos en el Concilio Vaticano II fue el lugar en el que debía colocarse la figura la de la Virgen. Tardaron los padres conciliares en ponerse de acuerdo hasta que finalmente se introdujo el tema mariano en el capitulo 8º del Concilio Vaticano II, dentro de la Iglesia, “Lumem Gentium”. Y así aclaró de una vez por todas que la Virgen cobra todo su pleno sentido dentro del mensaje de Cristo.

Si algo es María en nuestra fe -y es mucho e inmenso- es dentro del misterio de Cristo. De aquí también que el valor iconográfico de las tallas marianas cobra más categoría si llevan al Niño en el “colo”. El Redentor es Cristo, y su madre ocupa lugar privilegiado con su ayuda en toda su vida y sobre todo el pie de la cruz. Esta es la doctrina de la Iglesia que refrenda el Vaticano II.

Por eso en estos días y en la liturgia de Adviento son tres los personajes centrales: Cristo, su Madre y san Juan. En torno a los tres gira el Adviento, que es la preparación para el Nacimiento.

Asi como la Cuaresma nos prepara para la Pascua, estos cuatro domingos de Adviento son previos a la Navidad. Y es curioso observar cómo, dentro del Adviento, además de la Inmaculada Concepción celebramos diversas fiestas marianas, como la Virgen de Guadalupe o Nuestra Señora de la Esperanza, el lunes 18 de diciembre. Todo contribuyendo a crear un ambiente religioso en este tiempo.

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