Opinión

Unos datos a tener en cuenta

Hace un tiempo, la revista Ecclesia publicaba unos datos referidos a la Iglesia española que creo debiéramos saber antes de hablar de memoria. Los católicos practicantes, por diversos motivos, ha ido disminuyendo e incluso vemos muchos templos vacíos. Es la realidad. Los datos son contundentes y es necesario leerlos despacio e interpretarlos en su justa medida. Porque abordan todos los aspectos de la Iglesia católica española. Se los transcribo:

Existen en nuestro país 70 diócesis, 112 obispos, 23.000 parroquias, 15.000 sacerdotes, 500 diáconos permanentes, 33.000 religiosos, 700 monasterios, 10.000 misioneros, 80.000 catequistas, 134.000 trabajadores en colegios religiosos, 36.000 profesores de religión para 3,1 millones de alumnos, 9.000 centros asistenciales, 4 millones de personas atendidas, 9,5 millones cada fin de semana en la Eucaristía, 160.000 bautizados al año, con 171.000 primeras comuniones y 104.000 confirmaciones, 35.000 matrimonios, 400 fiestas religiosas de interés turístico, 358,8 millones asignados por los españoles en la X de la Iglesia y 7,6 millones de declaraciones a favor de la Iglesia en el IRPF. Con todos estos datos y sabiendo que en realidad en algunos el aumento ha sido claro podríamos ver las consecuencias.

Por otra parte, debiéramos tener en cuenta que el aumento de vocaciones en otros continentes es notable y que la Iglesia no sólo es Europa. Por eso en el cómputo general de la Santa Sede se habla del aumento del número de católicos, y si antes era el viejo continente el que abastecía al resto, ahora estamos viendo en nuestras diócesis cómo aquí llegan sacerdotes de otras etnias, lo que nunca debiera extrañarnos porque la Iglesia es Una, pero también Católica (universal), lo cual lleva consigo que desaparezcan fronteras que otrora parecían infranqueables.

Son muchos los misioneros españoles que emigraron a otros continentes, comenzando por san Francisco Javier o el beato Aparicio. Y nada digamos de don Cesáreo Gil Atrio y su ingente labor en Venezuela, o de la de Pérez Serantes en Cuba en tiempos muy difíciles. Pues bien, ahora parece que las tornas han cambiado y la cosa está siendo al revés, lo cual lejos de extrañarnos debe ser motivo para cimentar nuestra fe.

Y, por otra parte, la situación debiera, como decimos, ayudarnos a reflexionar sobre esa nota fundamental de la Iglesia que es la catolicidad. Una Iglesia cerrada en sí misma, en su círculo, nunca sería la verdadera. La universalidad es algo fundamental en la esencia del mensaje evangélico. Bien podemos observar que en ella caben ricos y pobres, blancos y de color. Como le gusta decir a Francisco: “Todos, todos, todos”.

Digo todo esto porque a veces se habla de memoria y hablan algunos con prejuicios inventados o recogidos de tertulias callejeras, tratando de crear ambientes algunas veces sin base ni equilibrio lo cual lleva a propiciar climas enrarecidos cuando no nocivos. Es la realidad de algunas afirmaciones que escuchamos sin fundamento alguno.

Son ya varios los personajes que han aludido desde los medios de comunicación a este problema que genera controversias y, lo que es mucho peor, juicios falsos e hirientes con aquello que se critica o comenta de memoria. La inteligencia humana algunas veces tiene poco en qué pensar y se dedica a críticas malsanas.

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