Opinión

Enseñar a rezar

En la audiencia número 100 del papa en el Vaticano, a finales de agosto, pidió a los padres que enseñen a rezar a sus hijos hablando del valor de la oración y en concreto en la familia, reconociendo que los padres tienen que hacer auténticas virguerías para seguir el ritmo de los quehaceres cotidianos. Lo ha explicado de forma muy gráfica. Ha bromeado diciendo que "los padres resuelven una ecuación que ni los grandes matemáticos saben resolver: ¡convertir 24 horas en el doble! Hay madres y padres que podrían ganar el Nobel por esto".


Les recordó a los padres que son los responsables últimos de enseñar a sus hijos a rezar. "¿Cómo? ¿Tenemos un Evangelio en casa?, ¿lo abrimos para leerlo juntos alguna vez?, ¿lo meditamos rezando el Rosario? El Evangelio leído y meditado en familia es como un buen pan que alimenta el corazón de todos. Por la mañana y por la tarde, cuando nos sentemos a la mesa, digamos juntos una oración con sencillez". Le preocupa a Francisco que cada vez menos niños sepan hacer la señal de la Cruz. Y nada digamos de las demás oraciones y contenidos de la fe.
Pero aún quedan algunos ejemplos muy positivos. Tengo una anécdota que me llenó las pupilas de lágrimas. Al velatorio, en Estoril, de mi inolvidable tía Irene, que fue mi segunda madre, fue mucha gente. Entre ellos una familia con un hijo de 8 años.

El niño se me acerca y me dice: "Cura, ¿yo podría rezar un rosario?". "¿Tú sabes?", le respondí. "Sí -me dijo convencido-, y tengo en el bolsillo un librito con las oraciones, letanías y los misterios del rosario". El niño lo bordó ante la emoción de todos los presentes al ver cómo iba desgranando las cuentas de su rosario rezando con toda devoción y sin equivocarse en nada. Octubre es el mes del rosario, que desconozco cuantos lo rezan. En este caso me enteré que es la madre quien le enseñó a rezar tanto a él como a los otros cuatro hermanos, lo cual es muy de alabar porque a la gran mayoría son las abuelas las que instruyen a sus nietos. Es la fruta de la época... 


Cierto que la memorización dista de ser lo esencial de la fe, pero es una ayuda para, con el tiempo, ir asimilando los contenidos de cuanto rezan. Con la ignorancia así salen algunos poco formados. Las aulas de religión debieran, eso creo, insistir en esto. Personalmente lo hago y todos mis alumnos tienen el resumen del catecismo como este niño. Porque ni la fe consiste en aprenderse el catecismo de memoria como un papagayo ni tampoco desconocer las formulaciones de nuestras creencias que debieran aprenderse de niños para después, pasado el tiempo, comprenderlas cada vez mejor.


Ya me dirán ustedes a mí que formación pueden tener los que desconocen lo elemental como es el Credo, los Mandamientos y las oraciones con las que también podemos dirigirnos a Dios y cultivar nuestra espiritualidad.

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