Opinión

Entrañables fiestas del mar

Dicen los aragoneses que “es la Virgen del Pilar la que más altares tiene, pues no hay ningún buen aragonés que en su pecho no la lleve”. Personalmente creo, si me lo permiten los maños, que hay que poner unos cuantos matices a esa letra que utilizan también en una de sus hermosas jotas. En primer lugar tengo muy claro que el santo que más altares tiene y es más invocado en todas las partes del mundo y más veces cada día es sin duda San Antonio de Lisboa (lo de Padua es una injusticia histórica). Pero además hay otra advocación, y en este caso mariana, que es la más socorrida sobre todo en todos los litorales. Basta asomarse mañana a cualquier puerto y a cualquier mar para ver como los incontables devotos de la Virgen del Carmen se vuelcan como lo hace en Ourense la parroquia de la Santísima Trinidad que tiene su procesión numerosa por la parte vieja de la ciudad. 

Es la primera de las advocaciones marianas de la Iglesia ya prefigurada en el Antiguo Testamento en aquella nube allá en el monte Carmelo y reconocida por el profeta Eliseo. Los vecinos de Marín lo tienen muy claro cuando acuden a su patrona que lo es también de incontables pueblos de nuestras rías gallegas: “Nosa Señora do Carmo que nos de o vento en popa, que somos os de Marín e levamos a vela rota” Y aquí en Ourense en la primera parroquia diocesana que lo es la Santísima Trinidad, ponen el alma en el canto que todos saben: “A la Virgen del Carmen quiero y oro, porque saca las almas del purgatorio”. Es un placer oírselo cantar a Jaime Collazo, hoy sacerdote en Lima y feligrés de esa parroquia.

Y bien creo que esa advocación tan honrada por las gentes del mar y por la Armada española, de quien también es patrona, tiene una gran actualidad. 

Estamos viendo como cientos de personas están quedando en el fondo del mar, sobre todo del Mediterráneo, en una triste huida del hambre, la persecución y la guerra. Es el gran problema actual de la emigración que debe conmover al mundo civilizado. Mujeres niños y personas de cualquier edad huyen hacinados en pateras a rebosar en situaciones infrahumanas en un triste espectáculo que debiera sonrojar a cualquier persona. Permanecer impasibles es una muestra más del materialismo reinante, de la falta de sentimientos y en definitiva faltos de corazón. Nos estamos deshumanizando a marchas forzadas y todo esto es una muestra más. Pues bien, estoy convencido de que el problema o llega de arriba moviendo sentimientos y humanismo o vamos al caos. Un mundo sin sentimientos espirituales nunca llegará a buen puerto.

La Virgen del Carmen, que da nombre a incontables mujeres y tantos conventos y casas religiosas de carmelitas, es además la patrona del mundo del mar y bien puede echar una mano para que esa vela rota que cantan los de Marín, sea reconstruida con un viento en popa que mueva a los humanos haciendo un mundo más habitable, sin guerras ni huidas que destrozan a cuantos emigran para lejos del lugar que les vio nacer.

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