Opinión

¿Graves espionajes?

Estamos asistiendo últimamente a unos cuantos acontecimientos que además de consternar al corazón destruyen el sosiego interno y la verdadera paz interior. Me estoy refiriendo a los hechos atribuidos a la cúpula del régimen ruso. Como si todo el que discrepa se considerase un enemigo a destruir. ¡Qué horror!

Han salido a la luz pública dos “ posibles” casos realmente espeluznantes. Para comenzar, la muerte en la cárcel del opositor ruso Navalni, quien, después de su larga privación de libertad, aparece muerto en prisión, según las autoridades rusas por un “suicidio”. Grave pero más aún cuando su madre pide y ruega que le entreguen el cuerpo de su hijo y se lo niegan por más de una semana que algunos afirman era para que el cuerpo perdiese los rastros de veneno… ¡Qué tristísimos espionajes! La sociedad internacional debiera unirse e investigar a fondo la realidad de lo acontecido. Navalni era jefe de la oposición al régimen de Putin…

A este triste e inconcebible hecho se suma otro similar: la muerte del capitán ruso Maxim Kuzminov, asesinado el 13 de febrero en Villajoyosa (Alicante), donde se había refugiado tras desertar a Ucrania con su helicóptero Mi8. Este es el primer crimen que la inteligencia española atribuye inequívocamente a los servicios secretos de Vladímir Putin. 

¿Estas son las mañas de algunos actuales políticos? Sería deleznable. Y el desprestigio para el sistema democrático sería gravísimo. Creíamos pasados los tiempos de las dictaduras y de los fascismos, pero con estos brotes nos tememos que algunos añoren todavía aquellas tretas tan condenables. 

Gobernar, antes de nada, es respetar las ideas de los que no piensan como nosotros. Eso engrandece y eleva la categoría de las personas. Porque todos tenemos derecho a un bien fundamental que es la libertad y la disparidad de opinión. Muy triste sería el mundo si todos pensásemos de la misma manera y mucho peor que se nos quisiese imponer a todos el mismo criterio, las mismas ideas y el mismo estilo de vida, así como un continuo y constante sometimiento a los criterios e ideas dispares de los que detentan un poder que ni siempre fue conseguido con votos favorables.

Y aún queda en libertad Assange, que tras idas y venidas está a la espera de ser extraditado a EEUU y, en suma, restándole libertad.

Y nada digamos de lo que pasa en Nicaragua, donde han sido expulsados religiosos e incluso eliminadas congregaciones religiosas y deportados seminaristas y religiosos. Todo muy triste en pleno siglo XXI, donde son eliminados todos aquellos que se oponen a los dictadores de turno. La expulsión de obispos nicaragüenses habla a las luces del sistema sandinista hoy capitaneado por Daniel Ortega.

Creíamos que llegado este siglo se consolidaría el sistema democrático y todos podríamos vivir con paz y sosiego, pero en Hispanoamérica parece que las cosas van por otro camino. Incapaces de consolidar sistemas democráticos e introduciendo populismos en diversos países.

En el fondo, el petróleo está detrás de todo esto en gran parte y ya vemos cómo por ejemplo Nicolás Maduro sigue con las suyas y poco a poco tapando las proclamas, deseos y clamor de la oposición. Y mientras tanto, y esto es lo grave, el pueblo en muchos lugares pasando incluso hambre. ¿La pasan también los mandatarios? Tengo mis dudas. Muchos gritos y reclamaciones ante los oídos de los que gobiernan, pero pasan los días y los años y la cosa sigue igual. ¿A qué tiene miedo el mundo libre? ¿A perder el petróleo, el poder o la dictadura se les acaba? Esta es la cuestión en un siglo que creíamos había superado las épocas de antaño.

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