Opinión

Hablando del tipo y del tiempo

Siempre es complicado escribir para este domingo de Carnaval porque te observan con lupa para que uno se mantenga en el tiesto. Entre los miles de "Carrabouxos" que conservo coleccionados hay dos que me vienen bien para este día. Todos muy graciosos y sugerentes como son las viñetas de nuestro entrañable Xosé Lois.

En uno de ellos está el Carrabouxo "reflexionando" sentado a la sombra de un árbol, que debía ser un cocotero, en víspera de elecciones. Y de repente le cae un coco en la cabeza y prorrumpe en una exclamación que lo dice todo: "E dalle". Más o menos como aquel otro "¿xa empezamos?". Y el otro es aquel en el que el entrañable personaje va a un banco a preguntar por cómo le rentarán sus ahorros. El que estaba en el mostrador le dice que "depende del tipo y del tiempo", a lo que el genial Carrabouxo le responde: "El tipo soy yo y el tiempo hoy está lluvioso"... Pues lo mismo para hoy en que andan muchos, sea en Laza, Verín, Xinzo o tantos sitios, nerviosos preparando los disfraces.

Soy de los que piensan que en este mundo la inmensa mayoría de las personas, distraídas las unas, cabreados algunos y felices los más, son buena gente en general. Malos, lo que se dice malos los desconozco. Convénzanse de que la inmensa mayoría de los mortales somos de regular para arriba, es decir, menos malos. Lo que ocurre es que tenemos la mala costumbre de juzgar a los colectivos por el comportamiento de unos pocos, y eso cuando menos es injusto. Juzgamos por el disfraz de un día olvidando el comportamiento de una vida.

Si nos moviésemos todos en esa perspectiva, el mundo andaría mucho mejor. Porque tenía razón aquel célebre cura de Vilamarín, don Antonio "O Pote", cuando sostenía que: "Pensar mal non manten". Mirar al mundo en positivo produce sosiego, felicidad y alegría; verlo con acritud nos avinagra y a nada bueno conduce. Los carnavales pueden ser para ver el mundo desde la felicidad y la alegría.

Lo anterior sobre "el tipo". Pero también tenemos que pensar bien del tiempo que ni siempre está lluvioso, ni permanece eternamente nublado, ni el frío nos aflige. Hay sol y hay bonanzas tras las tempestades que muchas veces caben en un vaso muy pequeño. Si pretendemos ahogarnos en ese recipiente piensen que nunca llegaremos a ningún lado. Bebámonos esa poca agua que nos ha tocado, pongamos una manta más en la cama y aguardemos para tomar un sol reconfortante en la primera ocasión. Que vendrá, ténganlo claro.

Lo dicho, que estos días de carnaval sean de alegría tan necesaria, de paz, felicidad, amor y recuerdo de las cosas buenas que nos alegran la vida, olvidando las cruces que todos tenemos en el camino. Días precisamente para olvidar, siquiera sea unos momentos, las cosas que son menos buenas de este año que acaba.

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