Opinión

Hamás e Israel, una paz imposible

El tema de la paz del que hablábamos hace unos días sigue estando desgraciadamente en el candelero. Los judíos en España temen ser blanco del odio: “Israel defiende a la vida, Hamás la cultura de la muerte”. La inestabilidad de Oriente Medio ha disparado el nivel de alerta terrorista en Europa, con el foco puesto en los centros hebreos Viene a nuestra memoria en estas circunstancias la figura de Golda Meir, la dama de hierro de Oriente Medio que fue fundamental en la creación de Israel. Están todos sintiendo miedo después de la llamada de Hamás en el viernes de la ira que pedía “una yihad global” para atentar por todo el mundo.

Hemos pasado unos días terribles, ya no existe la tranquilidad. Está siendo todo muy duro. La capital económica del Estado judío se encuentra en alerta máxima por el estado de guerra proclamado en el país, después de aquel sábado 7 de octubre cuando Hamás, el grupo terrorista que gobierna la Franja de Gaza, llamó a la guerra. Sufren mucho y lloran y continuamente les piden que se escondan en los refugios y búnkeres por lo que pueda pasar.

 Lo que necesitan los palestinos es un líder como Gandhi, un Mandela, pero lo que tienen son terroristas. Es probable que la guerra en Israel dure meses y haya una tremenda cantidad de muertes. Ya siguen aumentando. Hamás está en Gaza porque el pueblo le ha votado, pero deben pagar un precio muy alto. Y todos los países deberían condenar de forma más fuerte estos actos perpetrados por el gobierno del terror. Alguien ha afirmado que Occidente está siendo atacado en esta guerra entre el bien y el mal.

De los ataques que perpetró la organización islamista en las localidades del sur de Israel, el más sangriento y brutal fue el de la matanza en el festival Supernova, que se celebraba a unos diez kilómetros de la Franja de Gaza y donde los terroristas de Hamás entraron y asesinaron a cientos de personas. La mayoría de ellos eran jóvenes, israelíes o extranjeros. Aquellos salvajes entraron a matar y violar y exponer los cuerpos de esos inocentes. 

Esto es demasiado duro, lamenta David Benatar, un joven israelí que se encontraba pasando unos días en España junto a su familia para celebrar las fiestas judías. El recrudecimiento del conflicto árabe israelí, que permanecía dormido desde 2021, ha aumentado la amenaza terrorista en Europa. El temor de los gobiernos europeos es que la inestabilidad de Oriente Medio despierte una yihad global materializada estos los últimos días en Francia y Bélgica con atentados islamistas.

Israel defiende el derecho a la vida y a la democracia. Palestina e Irán, que también se están implicando, representan la muerte y lo están demostrando. Si dejamos que Hamás siga con los ataques, esto va ir a más y otros países irán detrás. En Inglaterra, algunos colegios judíos han suspendido las clases por el temor a que se convirtiesen en blancos de ataques por parte de los fundamentalistas islámicos. Mucha gente ha decidido esconderse en cualquier lugar seguro para evitar cualquier masacre. El patriarca de Jerusalén y el limosnero papal, en la basílica de la Natividad han clamado contra este caos. Ha sido la Nochebuena más triste de Pizzaballa: “No hay lugar en su propia tierra para el pueblo palestino”. 

Si siempre es triste la guerra, esta lo es más si cabe, ya que es entre hermanos con un rencor de siglos en la que se mezcla la política y la religión. Muy triste que en plena época de la Navidad y precisamente en el lugar más propicio para la paz, con el nacimiento de todo un Dios, contemplemos este triste espectáculo que parece carecer de un fin dialogado. 

Mientras sigan sin constituirse los dos Estados, el tema continuará.

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