Opinión

La carretera

Una de las muestras más claras del actual progreso es sin duda el estado de las vías de comunicación, que han facilitado notablemente la relación entre los pueblos. Los que recordamos el estado de nuestras carreteras antaño comprobamos el notable adelanto. Y nada digamos del AVE que ahora, en un tiempo récord, nos lleva a distintas ciudades. Con ello se incrementaron las velocidades, porque de igual modo los automóviles han experimentado una muy notable mejora.

Unidas estas dos mejoras aparece un riesgo constante, que son los accidentes que cada día menudean más. Es muy lamentable la falta de responsabilidad de algunas personas que se ponen frente al volante de su vehículo y se creen los reyes del asfalto, creando problemas para ellos y para los que vienen por la misma carretera. Existen accidentes muy tristes y el número de muertos en la carretera sigue ahí, recordando precisamente la responsabilidad de los conductores. Tal vez muchos creen que sus “bólidos” son un juguete que puede manejarse libremente sin tener en cuenta a los demás.

Está en juego la conciencia, que debe estar, también en esto, debidamente formada” es decir “bien formada”. Porque a lo mejor algunos opinan que sólo existen los pecados que marcan los Mandamientos. Un craso error. Y hoy , más que nunca, la falta de responsabilidad al frente de un vehículo es también un grave delito. Hoy se conceden permisos de conducir también a jóvenes con poca edad con dudosa responsabilidad para la misión que les otorga ese permiso. Hay ocasiones en las que ciertas calles de muchas ciudades se convierten en pistas de autódromos improvisados que incluso privan del sueño a los moradores de las mismas. Y esto es un delito moral y también civil que debiera ser penado. 

Como debiera ser controlada la cilindrada de algunos coches que, bajo ningún concepto, pueden ser manejados por algunos desaprensivos que ponen en peligro la salud pública e incluso la vida de los ciudadanos.

Sé que es muy difícil de controlar pero sería necesario que los que reciben el carné de conducir, además de los conocimientos de la circulación fuera necesario un examen más a fondo que califique profundamente los parámetros psicológicos y emocionales, que en suma son los que influyen, al igual que el consumo de alcohol.

Aterrizando más en concreto se requiere una vigilancia extrema en calles como la avenida de Marín, entre otras calles de la ciudad de Ourense, que se prestan a “apuestas” de velocidad por parte de personas irresponsables que viven ajenos al mal que causan a los habitantes de esas zonas, que tienen que soportar los aceleradores a tope impidiendo el plácido sueño de los moradores de esas zonas.

Y en esto la Policía Local debiera tomar nota y vigilar a fondo ciertas actitudes fuera de lugar. Sobre todo en estos días en Portugal y alrededores, con motivo de las Jornadas Mundiales de la Juventud que están congregando tantos miles de jóvenes en todo el entorno de Lisboa. Esperemos que todo salga bien y la visita del papa sea fructífera.

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