Opinión

¡La santa!

Hoy, 15 de octubre, celebra la Iglesia una gran fiesta: la de su primera doctora, santa Teresa de Jesús de Ávila. La gran reformadora del Carmelo con una gran capacidad espiritual y literaria. Tanto a nivel espiritual como literario su categoría es única y por eso la Iglesia la declaró la primera doctora. Era una mujer única con un carácter fuerte y firme sin tener miedo a llamar a las cosas por su nombre. En Burgos la trataron mal y por eso les llamó de una manera con la que aún hoy se conoce a los habitantes de la ciudad del Cid. Para siempre les quedó ese nombre de “chamarileros”. 

A sus carmelitas las tenía con severa observancia. Era dura en sus exigencias espirituales así como dulce, sensible y comprensiva. Hay una anécdota en su vida que yo recuerdo siempre: 

En Alba de Tormes tenía un gran amigo cuya vida personal distaba mucho de ser santa. Un buen día se suicidó, tirándose al río Tormes. La Santa, al enterarse, cuentan que lloró amargamente por su amigo. Hasta que, dicen, se le apareció Cristo y le dijo: “No llores, Teresa, que entre el puente y el agua estaba yo”.

Una muestra de su estilo a la vez que de su comprensión. Ella, que venía de la nobleza, deja claro en su vida cual es su camino: “Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que muero porque no muero”. Porque , sigue diciendo: “Ya toda me entregué y di y de tal suerte he trocado que mi amado es para mí y yo soy para mi amado”.

Está considerada como ¡la Santa! por antonomasia. Era Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada. Beatificada en 1614 y canonizada en 1622. San Pablo VI la declaró la primera doctora de la Iglesia en 1970. A san Juan de la Cruz se le considera, junto a ella, el otro pilar de la espiritualidad cristiana. Había nacido el 28 de marzo de 1515 y falleció el 15 de octubre de l582, a los 67 años. Es copatrona de España y patrona del Ejército de Tierra español

Lamentamos, como muchos, la marcha de las carmelitas de Vistahermosa. Triste acontecimiento porque el obispo Temiño hizo lo imposible para traerlas y su monasterio es una pieza arquitectónica muy valorada. El cariño del obispo llegó hasta dejarles el obispado para su residencia, mientras se hizo el convento. Sin duda desde el cielo lo sufrirá grandemente.

La gran reformadora del Carmelo pasó a la historia por su espiritualidad y el influjo en la vida religiosa, pero también por su notable categoría literaria estudiada en el mundo civil. Sus libros, autobiografía incluida, son obras cumbre de la literatura española. El XV ha sido en España el Siglo de Oro en todo, y también en la pléyade de santos de la época entre los que la Santa de Ávila es una parte privilegiada.

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