Opinión

Nacimiento de la madre

En la Iglesia, la fiesta de los santos se celebra el día que mueren. Porque los santos “se hacen”, que no nacen santos. Pero hay tres excepciones en las que se celebra también el nacimiento. Lo hemos repetido aquí varias veces. Una de ellas es la fiesta, solemnidad, de mañana que con gran alegría celebran sobre todo en Covadonga (Asturias) y Extremadura de donde es su patrona, junto con otros varios lugares: “Canten hoy, pues nacéis vos,/ los ángeles, gran Señora,/ y ensáyense, desde ahora,/ para cuando nazca Dios”.

Una de esas fiestas es la que mañana celebramos: el Nacimiento de María, la Madre de Dios, la Theotokos, como la llamó el Concilio de Efeso. El himno de Covadonga dice “Tienes por trono la cuna de España”, porque así lo es, nunca aquella montaña hermosa y visitada ha dejado de ser España. Allí comenzó la reconquista y, como no podía ser menos en esta tierra española de “María Santísima”, todas las hazañas de todo tipo poseen siempre la ayuda de una advocación mariana. Podemos comprobarlo en los distintos avatares. Leyenda o realidad, en todas las refriegas españolas aparece la Virgen. Olvidarlo es ignorar la historia.

Incluso es el mismo argumento que corrobora la devoción mariana por todas partes. Nada digamos de la Armada Invencible, con el gran Jeromín al frente. Les sustentó la ilusión invocando aquella advocación que, introducida por los franciscanos, luego llegó a ser un incondicional ruego de todos cuantos vimos aquella antigua y celebre película y observamos cómo el film se cierra con una imagen de María Auxiliadora. De acuerdo con Vatican News, el portal de información de la Santa Sede, la Natividad de la Virgen es una de las fiestas marianas más antiguas y se cree que su origen está ligado a la fiesta de la dedicación, en el siglo IV, de una antigua basílica mariana de Jerusalén, sobre cuyas ruinas fue construida en el s. XII la actual iglesia de Santa Ana. 

La Iglesia celebra el cumpleaños de María el 8 de septiembre, nueve meses después de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre. En muchos lugares se celebran en este día a nivel local distintas advocaciones de la Virgen.​ En nacimiento de María, obra de Giotto para la capilla de los Scrovegni en 1305, destacan la presencia de los padres de María, cuya fiesta es el 26 de julio. En Ourense: los Milagros, los Remedios, el Portal, la Clamadoira…

El Nuevo Testamento no dice nada del lugar ni de la fecha del nacimiento de la Virgen María. Tampoco de quiénes eran sus padres, ni de las circunstancias de su nacimiento. En el Protoevangelio de Santiago, escrito en el siglo II, los padres de María se llaman Joaquín y Ana, que era estéril. Ana, afligida por el rechazo social al no tener descendencia, se retira a desierto, donde ayuna 40 días. Un ángel se presenta ante ella y le dice que concebirá y dará a luz. Enseguida el ángel le comunica la noticia a Joaquín. Así, el nacimiento de María se presenta como milagroso. El poeta austriaco Rilke escribió un conjunto de 15 poesías titulado “La vida de María”, cuyo primer poema está dedicado al nacimiento de la Virgen. Lope de Vega le dedicó unas cuartetas en su obra “Pastores de Belén”.

Unicamente tres santos se celebran en su Nacimiento y en su muerte porque nacieron sin pecado original: Jesús (24 de diciembre y Viernes Santo), la Virgen (8 de septiembre y 15 de agosto) y san Juan (24 de junio y 29 de agosto), que le quitó el pecado original la visita de la Virgen con Cristo en su seno. 

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