Opinión

Sin olvidar hoy el humor…

Con tanta propaganda, tantas luces y tanto jolgorio es muy difícil encontrar a quien es el centro de estas fiestas. Incluso hoy en día es complicado oír aquellas “panxoliñas” en cuyo centro estaba un Niño. En este tradicional Día de las Inocentadas, al mundo le falta esa alegría tan necesaria siempre y sobre todo en estas fechas. El mundo de hoy carece de espacios para muchas juergas pese a que las necesita para olvidar tantas angustias de todo tipo. Porque en realidad eso es lo que le falta a esta generación de progreso en todo menos en la paz, la alegría y el verdadero amor. Y, pese a todo y sobre todo, los cristianos, los que tenemos la dicha de la fe, debiéramos conseguir contagiarla.

Recuerdo siempre cómo narra la historia el hecho de que al salir de sus reuniones los cristianos, los que les veían salir alegres decían aquella frase ya célebre de Tertuliano en el siglo II: “¡Mirad cómo se aman!, cómo están dispuestos a morir el uno por el otro”. Pues mientras los creyentes actuales dejemos sin esa frase a cuantos nos vean, la fe crecerá poco o nada.

El arzobispo de Valladolid acaba de hacer unas declaraciones en las que entiende como algo valioso y representativo de esta época las iluminaciones artísticas, las fiestas, los regalos y el consumo, pero llama la atención sobre el riesgo que se corre de enterrar la verdadera Navidad y su auténtico sentido cristiano que es esencialmente una celebración de índole espiritual, humilde y de amor. Así, los pobres acudieron al portal y los pastores cantaron “Gloria a Dios en las alturas”.

Por eso el prelado de Pucela insiste en que “rescatemos la Navidad para poder decir: ¡Feliz Navidad! no como quien repite un mantra que termina careciendo de sentido, sino como quien ha descubierto en un niño, en un pesebre, entre los agujeros de las peñas a quien nos convoca a cantar la gloria de Dios porque es Dios con nosotros, Emmanuel; porque es el Salvador y se llama Jesús”.

Un año más, gocemos, pese a todo, de este día. Con alegría y sin perder la paz y el equilibrio que son los únicos que pueden hacernos pasar un dia feliz. Incluso con las inocentadas, algunas muy sonadas como aquella de hace décadas publicada en estas páginas y que congregó a tanta gente para “ver” cómo se había “caído” el Puente Nuevo.

Eran otros tiempos y en realidad la gente era más “inocente”. A pasar un día de humor nos ayudaron por un lado estas páginas, colaborando un celebre fotógrafo de la ciudad con una imaginación prodigiosa. Sería interesante publicar aquellas inolvidables inocentadas en las que esta casa tuvo una notable parte. Había aquí en la redacción periodistas con una gran capacidad de humor para llenar las páginas con deliciosas y originales invenciones. Quiero recordar a Alvarado, Manuel Rey... De segundo han quedado aquí incontables sonrisas. Aquel artículo sobre una pareja comiendo pipas en el cine o aquel otro sobre la “Ley del Embudo”. Como genial lo de Manolo Rey a las puertas de la Audiencia haciéndose pasar por juez en un genial diálogo con un preso…

Porque ya lo decía aquel maestro de periodistas Herrera Oria cuando atribuía a los medios de comunicación social una triple misión: “Informar, orientar y deleitar”. Realmente cuando un periódico olvida alguno de estos principios, está condenado al fracaso y tenemos de ello grandes ejemplos en los medios españoles.

Lo dicho, que lo pasen bien en este fin de año tolerando las inocentadas…

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